viernes, 4 de febrero de 2011

Cartelera sobre el Vaticano: Interés de los papas Calixto III (1455-1458) y Sixto IV (1471-1484) en la ciencia y en los cuerpos celestes


INTERÉS DE LOS PAPAS CALIXTO III (1455-1458) Y SIXTO IV (1471-1484) EN LOS FENÓMENOS DEL CIELO


Quien fuera conocido como el Papa Calixto III vivió entre los años 1378 y 1458, habiendo sido el sucesor oficial número 209 del llamado "Trono de San Pedro" o "Cathedra Petri".

Su nombre secular era Alfonso de Borja, y pertenecía a la noble y poderosa familia de los Borgia.

El citado orientó su papado a fortalecer la organización de la Europa cristiana en contra de la invasión de los turcos. Recuérdese que Constantinopla había sido capturada por Mohamed II en 1453, y aunque el Papa Nicolás V había hecho todos los esfuerzos, nada se había hecho para detener la victoriosa marcha de las fuerzas del Islam.

Los referidos esfuerzos de Calixto III en el sentido indicado tuvieron pocas repercusiones, fundamentalmente porque no logró el apoyo esperado por parte de varios de los príncipes europeos a los que recurrió, y a pesar de la brillante victoria que obtuvieron los cruzados frente a los turcos en Belgrado el 22 de julio de 1456.

Debido a sus decisiones, Calixto III se ganó en buena ley la reputación de nepotismo y avaricia.

En efecto, elevó al cardenalato a dos de sus sobrinos, uno de los cuales, el joven Rodrigo, llegaría más tarde a ser nombrado Papa bajo el nombre de Alejandro VI. También nombró a un tercer sobrino gobernador del Castillo de Sant´Angelo, y le dio el título de Duque de Espoleto.

También se le atribuye haber conseguido considerables sumas de dinero, para asegurar y aumentar los tesoros del Vaticano.

Como dato curioso o anecdótico, y según una versión conocida por primera vez en una biografía póstuma que luego fuera embellecida y popularizada por el matemático francés Pierre-Simon Laplace, Calixto III habría tenido la originalidad de excomulgar al propio cometa Halley en 1456, con ocasión de su aparición sobre Europa.

Precisamente, una imagen (arriba) que ilustra estas breves referencias, fue obtenida en el sitio web titulado "Viajera del tiempo", y cuyo administrador es alguien que dice ser Sor Tea. Sería interesante preguntar a esta persona sobre el documento en cuestión, para que por ejemplo aclarara por qué el documento se encuentra en español cuando lo lógico, por la época, sería que el mismo hubiera sido escrito en latín o en italiano, o al menos en español antiguo de esos tiempos. Por otra parte, no hay duda que ni Calixto III ni su entorno deben haber manejado el nombre Halley, pues fueron los estudios y cálculos de Edmond Halley sobre las observaciones de los cometas de 1682, 1607, y 1531, los que permitieron determinar que se trataba del mismo astro, y lo que a la postre determinara que se bautizara con ese apellido a este cometa.


Este elegante e interesante manuscrito del poema filosófico de Lucrecio "De Rerum Natura" (arriba), fue copiado en 1483 por el fraile agustiniano Girolamo di Matteo de Tauris para el Papa Sixto IV. Este documento es un ejemplo del interés por los tratados antiguos sobre la naturaleza por parte de la curia del Renacimiento.

Lucrecio es el nombre familiar de Tito Lucrecio Caro, el poeta romano del siglo I antes de Jesucristo, que en su gran poema didáctico en seis volúmenes "De Rerum Natura" ("De la naturaleza de las cosas"), presentó las teorías de los filósofos griegos Demócrito y Epicuro, y se constituyó así en la fuente principal de la que hoy disponemos para conocer las ideas de estos dos grandes pensadores.

Su representación del universo como un conjunto fortuito de átomos que se movían en el vacío, su insistencia en el hecho de que el alma no es una entidad distinta e inmaterial, sino una aleatoria combinación de átomos que no sobrevive al cuerpo, y su defensa de que los fenómenos terrestres responden exclusivamente a causas naturales, intentan demostrar que el mundo no se rige por el poder divino y, por lo tanto, que el miedo a lo sobrenatural carece por completo de fundamento.

Lucrecio no niega la existencia de los dioses, pero considera que no intervienen para nada en los asuntos o en el destino de los mortales. Uno de los pasajes más famosos de su obra "De Rerum Natura" es la descripción de la evolución de la vida primitiva y el nacimiento de la civilización.

Lucrecio fue fiel a Epicuro, pero añadiendo a éste la vertiente del corazón.

Era preciso hacer del pensamiento genial del maestro una doctrina cordial y amistosa, que entrara por el sentimiento y penetrara, más allá de la reflexión, por el lenguaje de la fantasía, en las dificultades y complicaciones de la emoción.

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