martes, 22 de junio de 2010

Vericuetos de los descubrimientos y del progreso del conocimiento: Los hallazgos de los primeros restos de Mammuts en el siglo XVIII


En la guerra entre Carlos XII de Suecia y Pedro el Grande o Pedro I de Rusia, después de perder los suecos la gran batalla de Poltava (8 junio 1709), los prisioneros suecos fueron enviados a las vastísimas extensiones de Siberia.

Cuando comenzaron los primeros prisioneros a retornar a Suecia, eran unos individuos deshechos y andrajosos, marcados por el hambre y el frío y las privaciones que habían padecido durante su estancia en Siberia.


Esos hombres fueron pioneros al revelar los detalles de su destierro, y de las vivencias y los sufrimientos por los que habían pasado en el Oriente Ártico.

Esos hombres explicaron que en las comarcas siberianas vivían unos hombres con un grado de cultura ínfimo, que bien podría dudarse si pertenecían o no a nuestra propia especie pues se comportaban casi como animales. Detallaron también los utensilios de piedra tallada que se empleaban en esas comunidades, y describieron las costumbres y los ritos de esos bárbaros.

También presentaron dibujos y mapas de las tierras siberianas, así como objetos y adornos pertenecientes a las tribus primitivas que allí vivían. Y luego de ver esos objetos y de escuchar esos relatos, los eruditos suecos comenzaron a preguntarse si no estaban frente a un enorme museo al aire libre, un museo de los tiempos prehistóricos, un ambiente en donde habían pervivido fauna y culturas de remotas épocas.


Un capitán de caballería de apellido Kagg, que retornó a Suecia en 1722, trajo consigo un dibujo muy curioso, que había confeccionado un compatriota suyo llamado Tabbert von Strahlenberg, quien todavía permanecía en Siberia.

Dicho dibujo representaba un animal, parecido a una vaca, pero de tamaño enorme, que contaba con "garras como un dragón" y "dos cuernos retorcidos en la cabeza".

Tales monstruos, afirmaba el capitán, todavía existían en la tundra siberiana, y él mismo, con Strahlenberg, los había visto bajo el suelo helado.


Los nativos creían que se trataba de una especie de "topo gigante" que vivía subterráneamente en las entrañas de la tierra. A los largos cuernos, los naturales le llamaban "Mammotowakost".

Los estudiosos, entre ellos Linneo, se mostraron perplejos ante todos estos documentos y todas estas historias, y empezaron a formular toda clase de preguntas y de hipótesis. ¿Qué animal sería? ¿Se trataría del Behemoth, al que se refería la Biblia en el Libro de Job, o tal vez sería un Unicornio?


Desorientados, los naturalistas de aquel fermental siglo XVIII, elaboraban toda clase de especulaciones y de teorías.


Por un lado decidieron cambiar el nombre de esas bestias, llamándolas "Mammuts" o "Mamuts" en lugar de "Mammotowakost", lo que fue aceptado, pero inseguros y prudentes, no se atrevieron a incluir a esta especie en los tratados de Historia Natural de la época.

Strahlenberg, por su parte, ayudado por las declaraciones de exploradores, cosacos, y traficantes de pieles, y también por algunos científicos de San Petersburgo, declaró con énfasis que todo el marfil ruso y chino procedía de estos seres llamados "Mammotowakost".


Efectivamente, él sabía que los comerciantes nativos acostumbraban ir a estas comarcas en su búsqueda, obtener los preciados cuernos, y hacer pingues negocios con ellos.

Jamás se había visto ni encontrado un mamut vivo. Solamente habían sido halladas partes del cuerpo, cabeza, huesos, y esqueletos sumamente incompletos.


En la Academia de Ciencias de San Petersburgo, la poderosa capital del inmenso imperio de los zares, se guardaba un esqueleto casi completo, que se parecía al de un elefante muy voluminoso.

También había allí una curiosa crónica de un médico alemán llamado Daniel Messerschmidt, que manifestaba que "el monstruo tenía pelos largos como los de una cabra", y que según este afamado galeno, se trataría del Behemoth bíblico.

Ante las dudas imperantes, el prestigioso sabio Carlos Linneo, el naturalista suevo que vivió entre 1707 y 1778, fue más allá, y tajantemente declaró que aquellos cuernos eran burdas petrificaciones, piedras curiosas, o caprichos de la naturaleza.

Sin embargo, estos cuernos habían suministrado todo el marfil para construír el famoso trono del Khan de la Horda de Oro, y todo el arte chino en marfil, procedía de estos curiosos seres.

Pero como Linneo gozaba de excelente reputación, y los estudiosos suecos no estaban muy seguros de sí mismos, el asunto de los animales con los extraños cuernos, quedó cierto tiempo en el olvido.


No obstante, los relatos de los cazadores, de los nativos, de los cosacos, así como de exploradores y de otras personas que los habían visto, pronto volvieron a poner el asunto en el tapete.

También las leyendas y las maldiciones hicieron lo suyo, ya que se decía que el que descubría un "Mammut", moriría muy rápidamente junto a toda su familia.


Por cierto, todo esto no hizo otra cosa que ahondar el enigma que rodeaba a estos animales.

Tuvieron que pasar unos cincuenta años, para que el "Mammut" fuera reconocido ante los ojos de los investigadores, y aceptado en los escritos científicos.


En 1779 un nativo ruso, Schumachov, encontró un cadáver de "Mammut" en la desembocadura de un río. Schumachov enfermó, pero se repuso, y volvió a la carga. Condujo a un comerciante ruso al sitio apropiado, y le vendió los colmillos por cincuenta rublos.

Este comerciante, verdaderamente interesado, trazó un dibujo del "Mammut", y lo envió a varias Academias del occidente europeo.

De inmediato, los más destacados conocedores de la fauna prehistórica, resolvieron el enigma que había durado tanto tiempo. Se trataba de un elefante de los tiempos primitivos, que los hielos de Siberia habían conservado.

Unos años más tarde, un famoso paleontólogo ruso, Johann_Friedrich_Adam o Adams, montó una expedición, fue a buscar el "Mamut" de Schumachov, y trasladó el esqueleto a San Petersburgo.

Desde entonces, comenzaron a encontrarse cada año, en los hielos siberianos, cadáveres bastante bien conservados de "Mammuts".


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2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. ¡Me gustó la introducción histórica al descubrimiento de las primeras pistas de la existencia del mamut! Es curioso cómo un esqueleto mal interpretado puede llevar a las más descabelladas conjeturas. No obstante eso, aún espero noticias sobre los hombres gigantes descriptos en los mitos de varias culturas.

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