viernes, 25 de junio de 2010

Nuestra salud: El cerebro del corazón (Parte II)

El corazón piensa…
Un poco de historia…

Los griegos eran conscientes de que el corazón era la fuente de la vida, y de que los diversos aspectos de la misma - los centros de la conciencia llamados los "dioses" - habitaban en el corazón.

Esta creencia la tomaron de los egipcios, para quienes este órgano era la morada del alma, y no lo extraían del cuerpo durante el proceso de embalsamamiento, a diferencia del cerebro que extraían por las fosas nasales.

Así salvaguardaban el corazón con sumo cuidado para que acompañara al cuerpo en la otra vida, donde sería pesado en la balanza en presencia de Osiris.

También los hindúes consideraban al corazón la morada del principio divino. En los escritos tántricos, el corazón es llamado el "pequeño loto de ocho pétalos", asiento de Brahma, o centro de la conciencia espiritual del hombre. Según esta visión, el nirvana se alcanza cuando la conciencia se centra en el germen de Pragna, que se encuentra en el chakra Anahata, el del corazón.

La ofrenda del corazón, sede del alma, encontró su forma más aterradora en los ritos realizados por los aztecas de México, que arrancaban el corazón del pecho de los prisioneros vivos para ofrecérselo, todavía latiendo, a las deidades del Sol y de la Tierra. Entonces, el alma ascendía a lo más alto de los cielos aztecas.

Igualmente bárbara pero no carente de lógica, era la extendida costumbre entre algunas tribus primitivas de comerse el corazón de los enemigos heroicos, para así imbuirse de su valor.

En algunas comunidades del pasado, los corazones de los reyes muertos se comían ritualmente. Y los de los animales a veces también se comían, para adquirir sus características, especialmente los de leopardos y leones.

Los taoístas chinos consideraban al corazón como un aposento de fuego localizado entre el cielo (la cabeza) y la tierra (el abdomen), y decían que su transmutación llevaba a la inmortalidad.

En la tradición mística occidental, el corazón es la localización de la "Luz de Cristo", y el propio Jesús animaba a sus discípulos a entrar en silencio en este aposento, para conversar directamente con el Padre.

En el siglo XVII, Sir Kenelm Digby, miembro de la Royal Society, hizo un experimento con el corazón de una víbora. Tras arrancárselo y guardarlo en un lugar templado y húmedo, comprobó que latió durante veinticuatro horas. Cuando cesó de latir, lo humedeció con agua templada y el órgano palpitó de nuevo. Luego lo cortó en varios trozos, y las partes separadas siguieron latiendo durante un tiempo prolongado.

Lo mismo ocurre con el corazón humano. Aunque la cabeza se separe del cuerpo, el corazón continuará latiendo durante horas. No en vano este órgano, asiento de la vida y músculo central del sistema fisiológico, es "primum vivens, ultimum moriens", el primero en vivir y el último en morir en todas las criaturas.

Desde principios de los años setenta se vienen recogiendo informes de personas que tras un trasplante de corazón alegan haber adquirido gustos, hábitos, aptitudes, y memorias de los donantes muertos.

Hasta ahora sólo se han publicado un par de libros que recogen dichas experiencias, pero el fenómeno ya suscita una polémica parecida a la surgida hace más de veinte años con las experiencias cercanas a la muerte. Uno de estos libros, "A Change of Heart", de Claire Sylvia, recoge los cambios experimentados por la autora a raíz de una operación de trasplante. Otro libro más reciente, "El código del corazón" (Editorial Edaf), de Paul Pearsall, se enfrenta abiertamente a un dogma de la moderna ciencia médica: la dependencia que tiene la memoria del sistema nervioso central.

Aunque tal dogma descarta por completo la posibilidad de que los hábitos puedan modificar estructuras bioquímicas que afecten al tejido del corazón, Pearsall no parece albergar dudas que el corazón, además de constituir el centro de energía más importante del cuerpo, es al mismo tiempo un mensajero del código que representa el alma. Una propuesta tan provocadora como la suya ha supuesto que se le acuse de perjudicar al movimiento de trasplante de órganos, porque hace pensar que el corazón es mucho más que una masa de células biomecánicas. También se ha calificado a Pearsall de gurú prolífico de la auto-ayuda, pero en todo caso, su último libro ofrece una perspectiva novedosa en un campo que la ciencia no ha explorado todavía suficientemente.

Por desgracia, la energía L, o quinta fuerza propuesta por Pearsall, es extremadamente sutil e imposible de medir con los instrumentos científicos actuales. No obstante, Pearsall sugiere que los efectos de la misma son ilimitados: viaja más rápidamente que la luz, y genera efectos no localizados, como la telepatía, la curación a distancia, y el poder de la oración intercesora.

Y, sobre todo, el corazón está formado exclusivamente por energía L, y comunica y lleva su propia forma, aunque de un modo torpe, al campo electromagnético creado por él. Este campo es cinco mil veces más potente que el electromagnético cerebral, y por ello es posible que el corazón, gracias a su enorme energía potencial, sea el centro principal de conducción de la energía L.

La mayoría de los profesionales de la salud no reconocen la existencia de esta energía. Cuando preguntamos al psicoanalista y quinesiólogo Juan A. González qué opina sobre las ideas de Pearsall, en relación a la hipotética energía L y la posibilidad de que el corazón sea el centro principal de conducción de la misma, responde: ««Si negáramos la existencia de una energía que lleva información por todo el organismo, estaríamos negando también la existencia de los meridianos de acupuntura y la de los cuerpos sutiles. Estos cuerpos están implicados en la concepción de la salud y están unidos entre sí por algo que llamamos el cordón de plata, que está conectado al cuerpo por el corazón. Experimentalmente sabemos que la conexión está exactamente en el punto BP21, que es el del meridiano bazo-páncreas, el más cercano al corazón, pero esto no confirma que este órgano contenga un código que indique quiénes somos.»»

Debido a que el latido del corazón responde inmediatamente a las variaciones en el estado mental - por ejemplo, en momentos de extrema ansiedad, tensión, y terror, palpita, y el pulso se acelera - se convirtió en muchas culturas no sólo en el asiento de las emociones, sino en el del alma. Así se dice que dos hilos de energía conectan la forma del hombre con su alma: el primero es el de la conciencia, anclado en la glándula pineal de la cabeza; el segundo o hilo de la vida se ancla en el corazón, en el nódulo sino-auricular, una masa de tejido que gobierna el latido cardiaco. Este nódulo recibe fibras del nervio vago y se denomina en la tradición bíblica el "Sendero para el aliento del Espíritu Santo".

¿Cómo ayudar al corazón? Reírse ayuda al corazón

Aunque esto parezca de Perogrullo, se demostró que la risa tiene bondades que no nos imaginamos. ¿Y quien no liga al corazón con la palabra alegría o tristeza?

Algo que muchos debemos saber es que, el reírse, ayuda a mantenerse joven, destierra el estrés, libera de tensiones, disminuye la ansiedad, el insomnio, y los malos humores al levantarse.

Y por ende se disminuye los riesgos a nivel cardíaco, ya que se elimina uno de los factores más importantes de las enfermedades cardiovasculares, "EL ESTRÉS".

El acto de reírse desata una cadena de reacciones químicas, de las cuales la más importante es la de liberar endorfinas. Las endorfinas son moléculas producidas por el Sistema Nervioso en respuesta a una variedad de estímulos, y se postula que serían ellas la cura que usa el organismo para los altos niveles de estrés.

Fueron descubiertas en 1975, y se vio que pertenecían al grupo de los neurotransmisores, moléculas cuya función es mediar la comunicación entre las neuronas.

Al menos se han descubierto alrededor de 20 tipos de endorfinas, algunas localizadas en la glándula pituitaria, pero en realidad distribuidas por todo el cuerpo.

Científicos del Colegio de Cardiología de EEUU y de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, pregonan que: "Treinta minutos de ejercicio, tres veces a la semana, y quince minutos de risa todos los días, son muy buenos para el sistema vascular". Ello es afirmado por Michael Miller, de la recién citada Universidad de Maryland. Se aclaró sin embargo, que ambos “ejercicios” se complementan, y que ninguno suplanta al otro.

En la citada institución se realizó un estudio donde participaron veinte voluntarios, a quienes les exhibieron dos películas, una comedia y un drama, al mismo tiempo que les observaban su sistema vascular. Lo que se pudo constatar es que en 14 de los 20 voluntarios que miraban la película triste, el endotelio –que es la capa interior de los vasos capilares- se contraía, disminuyendo así el paso de la sangre por el corazón. Por el contrario, en las escenas divertidas del otro filme, el paso de la sangre se hacía mucho más libre en 19 de los 20 espectadores que reían con efusividad.


"Dados los resultados de nuestro estudio, se puede concebir la idea de que reír puede ser importante para mantener la buena salud del endotelio, y, por lo tanto, disminuir los riesgos de un problema cardiovascular", explicó Miller.

Según los profesionales de la medicina, el endurecimiento de las arterias, causante de problemas vasculares en la mayoría de los casos, se inicia en el endotelio. "La magnitud de los cambios que hemos visto en el endotelio es similar al beneficio de la actividad aeróbica, pero sin los dolores, molestias, y tensiones musculares vinculados al ejercicio", agregó. Ahora sólo es cuestión de buscar razones -y excusas- para reír.

Volviendo al tema, se descubrió, que las personalidades influyen a la hora de sopesar las enfermedades cardiacas.

Dime que personalidad tienes y podré predecir tu salud cardiaca...

Parece presuntuoso, pero en medio de tantos estudios, se observó que la desconfianza y el cinismo, están relacionados con la inflamación, y ésta a su vez aumenta los riesgos de enfermedades cardiovasculares.

En un artículo encontrado, hallé el siguiente tema que me gustaría compartir.

¿Sabías que el ser cínico puede perjudicar tu corazón?

Según un estudio realizado en Estados Unidos, estos factores psicosociales podrían aumentar los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares.

También encontraron que el estrés crónico y la depresión están asociados a niveles más altos de indicadores inflamatorios en la sangre.

Se encontró que la hostilidad es una característica que influye en los riesgos coronarios. “Y se sabe que la hostilidad está relacionada con creencias y actitudes hacia los demás, como el cinismo, el resentimiento, y la desconfianza”, afirma la autora del libro “Psicocardiología: Abordaje psicológico al paciente cardiaco”.

En el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan, participaron 6.814 hombres y mujeres de entre 45 y 84 años.

El cinismo y la desconfianza se midieron durante una visita posterior. Los científicos tomaron muestras de sangre de los participantes en donde se midieron tres indicadores inflamatorios: fibrinógeno, proteína C reactiva, e IL-6.

Los individuos que mostraban niveles más altos de cinismo, mostraron también niveles más altos de los tres indicadores inflamatorios. El estrés crónico fue asociado a niveles más altos de IL-6 y proteína C reactiva. Y la depresión fue relacionada a niveles más altos de IL-6.

Según los científicos, las asociaciones más firmes y consistentes que se observaron tenían que ver con la desconfianza y el cinismo.

“Los estudios demuestran que la persona hostil, o cínica y desconfiada, vive en un estado de hipervigilancia permanente”, dice la doctora Laham. “Y este estado promueve una activación fisiológica constante que se asocia al desarrollo de la enfermedad coronaria”, afirma la experta.

“Se sabe que los factores emocionales impactan sobre el corazón porque la descarga de sustancias como la adrenalina generan arritmia e hipertensión”, explica la doctora Laham. “Y esto provoca que las arterias se vuelvan más rígidas y gruesas”, afirma la experta.

“Se ha demostrado que emociones como la ira, la depresión, y la ansiedad, provocan disfunción en la actividad coronaria, pero el cinismo es más subjetivo que esas otras emociones”, afirma. “Creo que el cinismo es un rasgo más que se desarrolla a partir de otros factores que tienen un impacto en las enfermedades coronarias”, señala Mirta Laham.

Todo nos indica que la mejor manera de cuidarnos y hacer que nuestro corazón sea mas sano, es el hacer ejercicios y realizar relajación muscular toda vez que podamos.

Debemos sumergirnos en tratar de hallar la manera en que podamos balancear el mecanismo de producción de adrenalina vs noradrenalina. Y estimularse mediante cosas gratificantes, que hagan recordar a nuestras células cardiacas que manden la orden de mantenernos tranquilos.

Independientemente de nuestra movilidad, todos podemos realizar ejercicios.

Independientemente que sean ejercicios activos o pasivos.

¿Cuáles son los beneficios de la práctica regular del ejercicio físico?

A nivel cardiovascular: disminuye la frecuencia cardíaca (mayor vida útil) y la presión arterial, mejora la eficiencia del funcionamiento del corazón, y disminuye el riesgo de arritmias cardíacas (ritmo irregular del corazón).

A nivel pulmonar: aumenta su capacidad, el funcionamiento de alvéolos y el intercambio de gases, y mejora el funcionamiento de los músculos respiratorios.

A nivel metabólico: disminuye la producción de ácido láctico, la concentración de triglicéridos, colesterol y LDL (colesterol malo), ayuda a disminuir y mantener un peso corporal saludable, normaliza la tolerancia a la glucosa (azúcar), aumenta la capacidad de utilización de grasas como fuente de energía, el consumo de calorías, y la concentración de HDL (colesterol bueno), mejora el funcionamiento de la insulina.

A nivel de la sangre: disminuye la coagulabilidad de la sangre.

A nivel neuro-endocrino: disminuye la producción de adrenalina (catecolaminas), aumenta la producción de sudor, la tolerancia a los ambientes cálidos, y la producción de endorfinas (hormona ligada a la sensación de bienestar).

A nivel del sistema nervioso: mejora el tono muscular, los reflejos, y la coordinación.


A nivel gastrointestinal: mejora el funcionamiento intestinal y ayuda a prevenir el cáncer de colon.

A nivel osteomuscular: incrementa la fuerza, el número de terminaciones sanguíneas (arterias y arteriolas) en el músculo esquelético, mejora la estructura, función, y estabilidad de ligamentos, tendones, y articulaciones, previene la osteoporosis, y mejora la postura.

A nivel psíquico: incrementa la capacidad de fuerza de voluntad y de autocontrol, disminuye la ansiedad, el estrés, la agresividad, y la depresión, estimula la creatividad, la capacidad afectiva, y mejora la memoria y autoestima de la persona.

También la práctica regular del ejercicio conlleva a hábitos sanos de alimentación, disminuye la percepción del esfuerzo físico, mejora la resistencia. Además, estudios científicos han demostrado su efecto positivo en la prevención del cáncer de seno, y como ayuda en el tratamiento del tabaquismo. Es decir que el deporte regular causa cambios en el estilo de vida de la persona.

Recuerde: La práctica regular de ejercicio lo conducirá a una vida sana. Antes de comenzar la práctica del ejercicio, es necesario y muy conveniente asesorarse con un profesional.

En breve realizaré una guía de ejercicios que los ayudarán. Gracias.

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