domingo, 19 de diciembre de 2010

La actividad económica con certeza tiene una importancia estratégica fundamental, y otorga poder a quien o quienes la controlan

La información económico-mercantil

Tener información sobre la actividad económica por cierto tiene una importancia estratégica fundamental, y quien la posea en algún sentido tiene poder, especialmente si la misma es segura y si ha sido elaborada de forma cuidadosa y sistemática.

Ahora bien, para cada transacción económica elemental hoy día por lo general se generan registros donde se indican bastante bien las cosas intercambiadas, ya que lo usual y frecuente es que en un determinado documento se apunte el monto de dinero que cambió de titular, así como también que allí se especifique la contrapartida recibida a cambio de ese traspaso monetario (ya sea dicha contrapartida una mercancía, o un servicio, o un derecho).

Por lo general, los agentes económicos participantes en una transacción quedan con constancias o con duplicados documentales de los intercambios que ellos realizaron, y esa información suele ser suficiente para en algún momento acreditar propiedad sobre bienes materiales o sobre derechos o sobre dineros, y también para en algún momento y en ciertos casos efectuar una reclamación, una queja, o un juicio.

En la sociedad contemporánea, es de lamentar que la aludida documentación económico-financiera no se suela encontrar ni estandarizada ni digitalizada, por lo que a partir de ella no es posible elaborar estadísticas completas y fiables, excepción hecha de las que eventualmente puedan confeccionar algunas empresas, las que sí elaboran cuadros de resumen y las que sí llevan estadísticas históricas, pero utilizando estos resultados solamente con fines propios e internos. Estos valiosos datos luego no son manejados ni por el Estado ni por particulares ni por otras empresas, excepción hecha eventualmente de algún tratamiento aislado que pudiera ser efectuado sobre algún lote particular de informaciones, a raíz de alguna solicitud especial de alguna institución estatal (bajo la modalidad por ejemplo de una solicitud de declaraciones juradas, o bajo la modalidad de un censo o de una encuesta), o a raíz de algún acuerdo especial orquestado entre dos o más instituciones.

Por cierto, en la medida que todo el dinero con base material sea sustituido por dinero escritural, la información macroeconómica adquirirá una fiabilidad y un detalle sin parangón, y las teorías sobre el funcionamiento de la economía podrán ser verificadas en condiciones muy otras que las actuales.

De todas maneras y en el nuevo contexto operativo que así estamos esbozando, los movimientos en las cuentas dinerarias sería conveniente que fueran complementados con cierta información extracontable, a efectos de que con estos datos adicionales también se pudiera hacer un adecuado seguimiento de las distintas cadenas productivas.

Mejor aún, así como en la nueva organización socioproductiva que estamos imaginando, las disponibilidades dinerarias de cada quien serían detalladas en cuentas nominativas, algo similar también podríamos hacer con las mercaderías, o con los servicios cumplidos, o con los servicios recibidos, o con los derechos adquiridos, de tal manera que todo encajara, de tal manera que los flujos monetarios se correspondieran perfectamente con los flujos de mercancías, con las transferencias de derechos, y con el conjunto de servicios generados.

Una economía que tuviera estas características no es una utopía, y hacia este tipo de organización es que debiéramos avanzar.

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