martes, 3 de agosto de 2010

La ingeniería económico-monetaria: El pensamiento de Michael Hudson sobre el rescate financiero



"Friedrich August von Hayek" (1899-1992): Hay una gran diferencia entre tratar a las personas con equidad, y en promover un igualamiento uniformizante. Mientras lo primero es condición de una sociedad progresista y libre, lo segundo implica, como bien describió Alexis de Tocqueville, una nueva forma de servidumbre.


INTRODUCCIÓN

El Doctor Michael Hudson, ha estado involucrado a varias prestigiosas universidades estadounidenses y extranjeras como profesor, investigador, y conferencista, y ha sido también consultor en Wall Street por largos años, o sea que también desempeño actividades de consultoría y asesoramiento en el corazón histórico del sector financiero estadounidense, que hoy día sigue siendo uno de los centros de negocios más importantes en EEUU y en el mundo. Este destacado profesional estadounidense fue asesor económico, entre otros, del Chase Manhattan Bank, de Arthur Anderson, y también cumplió tareas destacadas para Gobiernos de Estados Unidos, Canadá, México, y Letonia.

Michael Hudson nació en 1939 en Chicago (Illinois, EEUU), y es actualmente Presidente del “Institute for the Study of Long-Term Economics Trends – ISLET”. Es también autor de varios libros, entre los que particularmente pueden destacarse los siguientes: ««Súper Imperialismo: La estrategia económica del imperio americano»»; ««Comercio, desarrollo, y deuda externa»»; ««Sobre cómo el comercio y el desarrollo concentran el poder económico en las manos de las naciones dominantes»»; ««Desde Marx a Goldman Sachs: La ficción del capital ficticio»»; ««Fractura Global: El nuevo orden económico internacional»»; ««La economía ficticia»». Sobre la bibliografía puede tenerse mayor información en el sitio oficial de este economista estadounidense, dirección web: http://michael-hudson.com/

Con toda certeza, el pensamiento del Doctor Michael Hudson es muy original, es heterodoxo, y por cierto abarca una larga serie de cuestiones en torno a temas de su especialidad.

En relación a la crisis financiera en la que aún estamos inmersos, y en cuanto a la interpretación de las posturas adoptadas por los distintos actores más involucrados en este asunto (gobernantes, jerarcas de organismos internacionales, dirigentes del sector financiero, asesores en temas económicos), el Doctor Hudson por cierto tiene ideas y observaciones dignas de destaque. Y es por esto que en la siguiente sección se presenta un resumen, una síntesis de su pensamiento, extraído principalmente de las entrevistas que varios medios de prensa le han realizado recientemente.


LAS OPINIONES DEL ESPECIALISTA ESTADOUNIDENSE Michael Hudson EN TORNO A LA ACTUAL CRISIS FINANCIERA Y A SU POSIBLE RESOLUCIÓN

La ficción económica detrás del rescate financiero impulsado por el Presidente Barack Obama, es la misma ficción o concepción económica que oportunamente estuvo detrás del rescate financiero ordenado por George W. Bush, por un monto de 800.000 millones de dólares.

La ficción es, que el Gobierno va a proteger al contribuyente, y que los contribuyentes van a comprar 800.000 millones de dólares de “Desechos Tóxicos” del Programa Bush, así como otros 2 millones de millones de dólares (2 billones de dólares) involucrados en el “Banco Malo” del Programa Obama.

Ahora, la pregunta es: ¿Los contribuyentes serán realmente capaces de obtener la vuelta de esa enorme masa de dinero, involucrada en estos escandalosos rescates financieros?

Y esta pregunta puede ser respondida de manera muy simple. El sector privado seguramente no estará dispuesto a comprar esa basura. Todo lo que se tiene son bonos basura e hipotecas basura, que fueron capitalizados en títulos usando matemática basura, matemática tramposa.

Esto es lo que Wall Street llama “Desechos Tóxico” o “Activos Tóxicos”.

Pero por amor de Dios, pensemos.

¿Hay alguna razón para creer que los contribuyentes comprarán “Desecho Tóxico” al precio que fije el vendedor y el Tesoro, conformada esta parte por representantes de Wall Street, representantes que recordemos, son más o menos los mismos que por cierto quienes llevaron al país directo a la burbuja financiera?

¿Hay alguna razón para creer que los contribuyentes puedan comprar “Desecho Tóxico” vendido oportunamente por los bancos, y de alguna manera obtener luego una ganancia, o por lo menos recuperar lo gastado?

Pensemos por amor de Dios, pensemos.

Primero que todo, los bancos hubieran retenido ese “Desecho Tóxico”, si hubieran pensado que podían ganar algo en ello.

Segundo, los compradores privados probablemente entrarían al mercado a comprar “Desecho Tóxico”, si ellos pensaran que pudieran hacer dinero con eso. Pero es muy difícil que ellos piensen eso. Más bien, ellos seguramente no piensan que pueden obtener resultados positivos, ni a la corta ni a la larga.

La única posibilidad que tienen los contribuyentes de recuperar su dinero, es si pudieran vender el matute al tonto más grande del mundo, si es que ese tonto ricachón pudiera encontrarse en alguna parte.

Esto es un eufemismo, esto es un imposible. ¡El tonto más grande del mundo rescatando al 10% más rico de la población!

Una situación en la que los contribuyentes puedan rescatar su dinero en este contexto, es ridículo de creer, es tonto de pensar.

Lo que se está haciendo es fraude, y nadie en Wall Street se cree la historia que se cuenta. Si ellos lo creyeran, si la gente de Wall Street lo creyera, ellos mismos hubieran comprado esos papeles, en lugar de dejar que el Gobierno fuera el comprador.

Muchos economistas, a escala global, sin duda están completamente errados en lo que respecta a la crisis financiera global.

Y algunos economistas renegados, y algunos economistas heterodoxos, parecen saber de lo que hablan.

¿Cómo se resuelve el problema de la deuda, hoy por hoy?

La única forma razonable de hacerlo, es borrar la deuda que no puede ser pagada, borrar el déficit que no puede ser absorbido.

Si hay hipotecas por 500.000 dólares respaldadas por una casa que hoy vale 250.000 dólares, a precio del mercado actual, se debe disminuir el monto de la hipoteca de un modo realista, y la diferencia de alguna manera debería ser absorbida por los acreedores, es decir por quienes otorgaron oportunamente la hipoteca. Así de simple.

Los acreedores son ciertamente quienes deben asumir las pérdidas causadas por sus malos préstamos, por sus malos negocios.

¿El rescate a los bancos va a resolver la actual crisis?

No, por cierto que no.

El rescate a los bancos solamente se orienta a pagar a los acreedores, y les dará dinero por sus pésimos préstamos, sin dar al menos en una primera instancia ni un centavo de alivio a la deuda que tienen los deudores hipotecarios.

Todo esto significa pues, que el Gobierno ha tomado el lugar de los acreedores, y es en definitiva quien luego tendrá que sacar de sus hogares a los dueños de las casas, para echarlos, para desalojarlos.

¿Los contribuyentes, que a través del Gobierno han puesto su dinero para solucionar supuestamente la crisis, algún día recibirán su dinero de vuelta?

Si los contribuyentes logran ser rembolsados por el dinero que oportunamente pusieron, entonces se podría estar seguro, que los privados hubieran venido antes y hubieran comprado esas hipotecas. De una forma o de otra, todo lo que verdaderamente es negocio logra venderse.

Si el mercado no ha comprado las hipotecas, y si además se tiene a los bancos afirmando: “Lo que tenemos son hipotecas basura, son simples desechos tóxicos”. Entonces: ¿Cómo puede esperarse que los contribuyentes recuperen su dinero?

Ciertamente lo hecho no fue una buena inversión para los contribuyentes, rescatar a los bancos en dificultades, rescatar a los bancos que afirmaban tener hipotecas basura, que afirmaban tener “Desechos Tóxicos”, que no habían podido vender porque no encontraron a alguien tan tonto como para que lo comprara.

Por más que se piense, por más que se analice, no hay forma de hacer dinero con esa basura, no hay forma de obtener ganancia con esos papeles, y ni siquiera hay forma medianamente factible de recuperar una suma similar a la ya gastada.

Ciertamente, la sociedad ha avanzado y se ha complejizado. ¿Podrían sin embargo extraerse enseñanzas de lo que pasó en el mundo antiguo, que tengan alguna vigencia hoy día?

Por cierto que sí.

En tiempos bíblicos, las deudas no eran eternas.

Hace 3.000 años, desde Summer y Babilonia hasta las tierras judías, con la Ley del Jubileo se liquidaban deudas.

En la antigüedad, cuando un nuevo gobernante ascendía al trono o cuando llegaba el año del Jubileo, se tenía a la mano una solución simple. Liberar a los deudores esclavos. Regresar las tierras, el hogar y una forma de sustento, a aquellos que las habían perdido por no haber pago deudas. En fin, se podían cancelar todas las deudas personales.

Y al borrar las deudas malas de los libros, se hacía “tabula rasa”. Y esa fue exactamente la política en muchas oportunidades llevada a cabo en la antigüedad.

Es la Ley judía del Jubileo bien detallada en el Levítico (25,8-13), es la ley del perdón y de la gracia.

¿Pero entonces, habría una forma de transcribir este antiguo procedimiento a los tiempos modernos, para por ejemplo resolver la crisis financiera mundial?

Obviamente. En cierta forma. La humanidad se las arregló para estar miles de años sin una burbuja financiera, sin una burbuja económica y continuadamente estar restaurando el orden, porque antes se daba por sentado algo de lo que los economistas modernos no parecen darse cuenta. Los antiguos sabían que las deudas tienen tendencia a crecer más rápidamente que la habilidad para pagarlas. Entonces, cuando en la antigüedad se llegaba a situaciones extremas, a situaciones de fragilidad, el gobernante simplemente cancelaba todo.

Corresponde decir que en la antigüedad hacer esto era más fácil que hoy día, porque generalmente una buena parte de las deudas eran por impuestos impagos que se le debían al Palacio, y por lógica, es más fácil que alguien cancele deudas que se le deben a uno mismo.

Fue algo más difícil cancelar deudas cuando se tenía a Grecia y a Roma de por medio, pues allí había más deudas en manos de privados o de extraños. Allí es donde comenzaron realmente los problemas para la humanidad.

¿Pero entonces, hoy día podríamos hacer una liberación generalizada de deudas por orden gubernamental?

Bueno, de hecho sí se puede acercarse a ello, pues fuera de toda duda, por algún procedimiento las deudas tienen que ser borradas, sacadas.

Hay una estimación que indica que hay 8 millones de millones de dólares (o sea 8 billones de dólares) de deudas malas de raíz hipotecaria-inmobiliaria.

Si el Gobierno hubiera dejado que las condiciones del mercado operaran, por ejemplo cuando Lehman Brothers entró en bancarrota, en septiembre 2008, las cosas no hubieran salido del todo mal, pues a esa fecha, las hipotecas de Lehman Brothers se ofrecían a 22 centavos de dólar. Los compradores entonces hubieran podido entrar al mercado, comprando esas hipotecas a 22 centavos de dólar, o sea a 22% del valor nominal o valor suscrito, y luego haber ido a donde los dueños de las casas o propiedades, diciéndoles: “Muy bien, vamos a renegociar la hipoteca a 22%, o tal vez a 24% o incluso 25%, para así obtener algo de ganancia”.

Y entonces, así se hubieran rebajado las deudas a la habilidad de los deudores para pagarlas, o al precio del mercado. De una u otra forma, con los dueños iniciales o con nuevos dueños, las deudas así hubieran sido reducidas, pues de no hacerse este revalúo, sencillamente las deudas no iban a ser pagadas. Si la gente no puede pagar más deuda, entonces sencillamente no lo hará.

Mucho se dice sobre los efectos a veces negativos y a veces positivos del funcionamiento de los mercados, del libre juego de la oferta y la demanda y la competencia, y justo cuando este mecanismo puede dar efectos sanos y beneficiosos, no, entonces no se dejan los mercados a su libre juego, y se provoca una muy importante intervención del Estado. No quiero ser exageradamente suspicaz, pero aquí hay gato encerrado, aquí hay algo que no se entiende bien. El capitalismo una y otra vez ha defendido la posición de dejar a los mercados en la mayor libertad posible. Pero entonces, en el caso de la presente crisis financiera, no se entiende bien por qué se adoptó una posición diferente.

La pregunta del millón sería:¿Pero cómo no van a pagar? Los deudores tienen que pagar porque a eso se obligaron.

Hay una conocida consigna de los sectores de izquierda que expresa lo siguiente: “El capitalismo tiende a privatizar las ganancias y a socializar las pérdidas”. Pero entonces: ¿Lo indicado no sería un estribillo demagógico y vacío, sino la cruda realidad? Parecería que los sectores más poderosos siempre se las arreglan para que acudan en su rescate cuando hacen malos negocios.

Pensemos las cosas desde otro ángulo. ¿Por qué actualmente el Gobierno no está haciendo eso, por qué no está desarrollando una estrategia similar a la recién indicada? ¿Por qué no se rebajan las deudas hipotecarias, permitiendo así que continúen los pagos de las mismas en las nuevas condiciones?

La principal razón que explica la forma de actuar del Gobierno, posiblemente sea que el principal contribuyente a las campañas políticas es y siempre fue el sector financiero, y el Gobierno de EEUU y los otros gobiernos occidentales, tienen que hacer una elección, tienen que optar: Salvar a la economía y a los sectores productivos, o salvar a los acreedores que hicieron los malos préstamos.

Bueno, el resultado ya lo sabemos. Se prefirió rescatar a los acreedores, y hundir la economía.

Hoy día, lo que está pasando, es que no se está salvando a la economía, en términos gruesos bien entendido. En esencia, el salvataje está dirigido a los acreedores. Se está salvando a “La City” de Londres, a Wall Street, y a las instituciones bancarias y a sus respectivas juntas directivas.

Y las economías seguirán a los tumbos, hasta que los gobiernos bajen las deudas a la capacidad de los deudores para pagarlas. Mientras esto no ocurra, no habrá recuperación de esta depresión.

¿Los gobiernos occidentales estarán actuando de mala fe?

Obviamente, con toda certeza ellos no están actuando ni en forma democrática ni en forma inteligente. En buen romance, lo que los gobiernos están promoviendo, es el pasaje de una democracia a una oligarquía muy poderosa y muy rica. De hecho, podríamos hablar de una cleptocracia, porque a través de manejos contables y de ingeniería financiera, se está robando al pueblo, se está usurpando riqueza de los contribuyentes.

Sea por complicidad sea por ineptitud, los gobiernos occidentales no están actuando a la altura de los desafíos planteados, pues se están afectando negativamente los intereses de los contribuyentes, y también se están perturbando los intereses de los deudores hipotecarios.

El Presidente Barack Obama parece convincente en sus discursos y afirma sin retaceos que apuesta al cambio, y esto último no es lo usual en Washington. ¿Qué se puede esperar de un Presidente de Estados Unidos de América, que indudablemente es heterodoxo, al menos en ciertos aspectos?

Cuando Barack Obama habla de cambio, no se refiere a modificaciones en las estructuras financieras, sino que está pensando en nuevas leyes de trabajo, en reformas del sistema de salud, en igualdad racial. El Presidente Obama no piensa en ningún cambio económico sustantivo, y ello es claro porque de hecho, Barack Obama ha nombrado a ex miembros de los gabinetes de George Bush y de Bill Clinton de los últimos dieciocho años, y se apoya en ellos.

Barack Obama está trabajando con la misma gente que permitió la crisis rusa de 1998 y la crisis asiática de 1997, y si se quieren saber cuáles son los planes de la actual administración estadounidense para EEUU, hay que recordar qué hizo esa craneoteca cuando tuvieron vía libre en Rusia. En esa oportunidad, lo que se impulsó fue cleptocracia y mayor desigualdad.

Indudablemente, el sector financiero, las hipotecas inmobiliarias, y el sector seguros, no son precisamente parte de la economía real y de consumo. El sector de los activos y de la riqueza, es diferente del sector productivo, del sector donde efectivamente se crea riqueza sin que medien ni subterfugios ni ingeniería matemático-financiera ni sofisticada estrategia comercial ni creación artificial de dinero bancario.

Bien podría pensarse al sector financiero como algo que envuelve a la economía real, como algo que se apoya en la economía real, como algo que se asocia a la economía real casi como si fuera un parásito. Por algo, en cierta literatura económica se habla de los sectores parásitos. El sector financiero extrae recursos de la economía, extrae intereses de la economía. El punto clave de los parásitos, es que ellos no solamente extraen nutrientes del huésped. El parásito en el caso analizado, como en el caso de algunas colonias de hormigas o de abejas, hace creer al huésped que forma parte de él, que forma parte de la colonia; en nuestro caso, el sistema financiero hace creer que forma parte de la economía, o que es una especie de hijo mimado del huésped, que debe ser protegido por encima de todo.

Y por lo indicado es que hoy por hoy el sector financiero es lo que es. Y por lo indicado es que hoy por hoy se ha ido al salvataje del sector financiero.

Recuérdese unas de las tantas afirmaciones del Presidente Barack Obama: “Debemos salvar a los bancos para salvar al crédito y para salvar a la economía”. Un Presidente no puede servir a la vez al huésped y al parásito.

Lo asombroso es que tenemos las tablas de entrenamiento económico usadas en Babilonia hace 4.000 años. Los modelos matemáticos aplicados a la economía 2.000 años antes de nuestra Era, bien puede decirse que son más refinados que cualquiera de los modelos que se emplean hoy día para la planeación gubernamental.

Y lo básico es que hace 4.000 años se calculaba cuánto tiempo le tomaría a una deuda llegar al doble, para tener en cuenta este valor como referencia. Cualquier deuda con cualquier tasa de interés, con el tiempo se duplica si dejamos que los intereses se acumulen.

La conclusión es que hace 4.000 años se sabía que una deuda se duplicaba en cierto período de tiempo, y también se sabía que muchas cosas en la economía crecían con un perfil en forma de S, o sea con ciclos de bonanza y de estrechez, crecimiento de las manadas, rendimiento de la producción agrícola, etcétera.

Hace 4.000 años se sabía que la tendencia para las deudas, era crecer más rápido que lo que podía hacerlo la economía productiva.

Y probablemente era por eso que en la antigüedad, en fechas especiales o cuando un nuevo gobernante asumía el trono, se cancelaban todas las deudas y se volvía a partir de una situación neutra.

Muy bien, pero una vez echada una ojeada a la antigüedad, pensemos ahora en el presente. Hay economistas, algunos incluso con Premio Nobel, asesorando a fondos de inversión, asesorando al sector financiero, asesorando también a organismos internacionales. ¿Acaso estos economistas no saben de economía? ¿Acaso estos economistas no son competentes en materia de matemática, y en especial de matemática financiera?

Bueno, ciertamente hay muchas instituciones que quebraron o que tuvieron dificultades, a pesar de haber sido asesoradas por un Premio Nobel.

El modelo matemático y el sistema económico que se impuso en occidente, ha generado 450 millones de millones de dólares (450 billones de dólares) de derivados financieros que ahora son basura tóxica. Por lo tanto, aquí se ha aplicado matemática basura, ingeniería financiera tramposa, haya sido recomendada o no por un Premio Nobel, generándose así derivados financieros e hipotecas que son basura, y que no sirven.

En resumen, esto es lo que ha pasado.


MIS PROPIAS OPINIONES SOBRE LAS IDEAS DE Michael Hudson Y SOBRE LA CRISIS FINANCIERA

Muy bien. ¿En lo personal, qué puedo decir sobre los enfoques de Michael Hudson anteriormente presentados?

Observen los lectores que el citado especialista obviamente es inteligente y tiene una muy sólida formación académica. Además, ha trabajado en el área de la economía casi toda su vida. Y por si fuera poco, maneja información bien interesante y actualizada, que posiblemente no se encuentre accesible para cualquiera.

Quien suscribe estas líneas, por el contrario, nunca siguió cursos formales de economía, a excepción de un cursito muy elemental y breve recibido en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, en Montevideo, Uruguay.

Cierto, mis estudios de posgrado en Francia fundamentalmente se orientaron a la estadística-matemática, y en especial al Análisis Factorial de Correspondencias, una rama de la matemática que en las aplicaciones prácticas mucho se relaciona con la economía. Pero obviamente no es lo mismo estudiar economía de una forma ordenada y planificada, a manejar datos económicos por ejemplo de importaciones y exportaciones de distintos países, y con las técnicas del análisis multifaltorial tratar de encontrar interpretaciones a los mapas de puntos (nubes de puntos) que se van generando.

Mi formación en matemática y en informática, y mis trabajos profesionales, siempre giraron en torno al uso de estas herramientas mucho más que al área de las ciencias sociales. Y mis tareas laborales fundamentales siempre estuvieron del lado de las herramientas informáticas y matemáticas, dando apoyo a especialistas en economía y en otras disciplinas humanísticas, quienes por cierto sí tenían un contacto mucho mayor con las realidades sociales y políticas, que lo que personalmente pueda tener yo en tiempo presente.

Claro, cuando alguien trabaja codo con codo con especialistas de primer nivel, como por ejemplo en lo personal a mí me tocó trabajar diariamente por años junto al economista Ariel Davrieux en el Instituto de Estadística de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (Universidad de la República, Uruguay), siempre algo se retiene de la correspondiente área de saber de su compañero de trabajo, pero eso ciertamente no es equivalente a seguir un diplomado completo en la especialidad.

Con lo anterior, lo que quiero destacar es que naturalmente no tengo nivel formativo suficiente como para enfrentarme dialécticamente con Michael Hudson, y discutir con él en pie de igualdad.

Por otra parte, lo que expresa Michael Hudson en forma pública, y que en parte fue expuesto y resumido en la sección anterior, por cierto son ideas heterodoxas pero muy bien fundamentadas y muy compartibles.

Por ejemplo, una de las agudas interpretaciones de Michael Hudson se orienta a afirmar que la propia estructura fiscal estadounidense forzó la burbuja inmobiliaria especulativa debido a la especial ingeniería impositiva aplicada, lo que además y paralelamente, distorsionó la justicia fiscal recargando los impuestos en la clase trabajadora y en las capas menos pudientes de la población, a la par que suavizaba las cargas fiscales en los sectores más ricos.

Pero… ¿Cómo es que los legisladores estadounidenses votaron algo de este tipo?

Bueno, bien podría pensarse que hubo prebendas que los legisladores quisieron otorgar a los sectores más poderosos, y que por eso votaron lo que votaron, aunque en mi interpretación personal, lo que opino es que la ingeniería financiera y la ingeniería fiscal de un país son tan pero tan complejas, y está tan indeterminado lo que harán los agentes económicos frente a las mismas, que claro, quienes analizaron y votaron los sucesivos paquetes de medidas, muy probablemente no tenían mucha idea de lo que pasaría, de lo que sucedería en la realidad.

Claro, Michael Hudson logró descifrar el enredo, logró interpretar lo que pasó en líneas generales, en números gruesos, pero lo hizo con el diario del lunes, o sea lo hizo a posteriori de que explotó la burbuja especulativa. Aunque lo indicado por cierto no es un demérito, pues todo este asunto es muy complejo.

¿Y cual fue la cadena de acciones que desembocaron en todo esto?

Bueno, Michael Hudson lo explica bastante bien, y un resumen simplificado de su argumentación es el siguiente.

¿Qué persona en el mundo entero que tiene cubierta sus necesidades básicas de alimentación y vestido, no sueña con la casa propia? Por cierto, casi todos.

Muy bien, entonces parece razonable dar algunos incentivos a la industria de la construcción, que además es una de las industrias básicas en los países capitalistas occidentales.

Correcto, se empieza a construir fruto de esta política de incentivos, aunque por cierto, sobre las inversiones en bienes raíces que se realicen operan el impuesto a la renta cuando los inmuebles se alquilan, y operan algunos impuestos que gravan la valorización de la tierra y de los propios inmuebles cuando los mismos son vendidos (nos referimos a lo que también se suele llamar ganancias de capital).

Correcto, pero si una persona vende un inmueble con una jugosa ganancia respecto de lo que la pagó, y dentro del año compra una propiedad nueva por un valor equivalente al precio de venta, entonces se le devuelve integralmente el impuesto cobrado sobre la valorización. Y con certeza, esta reglamentación en apariencia tiene un muy claro y razonable interés social. Si hubo revalorización, si hubo ganancia de capital, se le cobra el impuesto, pero si en plazo breve se compra una nueva vivienda por el valor íntegro de la venta, entonces el Estado renuncia al respectivo ingreso fiscal, pues en apariencia ello corresponde a una situación en la que la persona o la familia cambió simplemente de inmueble, sustituyendo el mismo por otro de mejor calidad o más amplio o mejor ubicado.

Correcto: ¿Pero entonces qué hicieron los inversionistas? Construyeron para luego arrendar esos inmuebles, poniendo cierto capital como inversión inicial, y pidieron préstamos para terminar de construir, de forma tal que los intereses de esos préstamos fueran aproximadamente los mismos que las rentas que iban a obtener de alquileres. Resultado: La inversión daba de momento renta nula o muy baja, y por lo tanto no se pagaba impuesto a la renta, o se pagaba muy poco.

Correcto, pero entonces: ¿Cuál era la expectativa de ganancia de los inversionistas? Bueno, solamente la revalorización de los propios inmuebles construidos, y la valorización de los predios sobre los que se había construido, ganancia que se obtendría al venderse todo en momento oportuno y pagando entonces las deudas de capital, y esperando para ello cuatro o cinco años, o el tiempo que fuera necesario.

Correcto, pero una vez llegado el momento de la venta, lo que pasaba es que el impuesto a pagar sobre la valorización era importante, pues equivalía de hecho a pagar todos juntos los impuestos que no se habían pago durante varios años.

Correcto, pero entonces rápidamente se planificaba otra inversión inmobiliaria, rescatando integralmente (o casi) el impuesto pagado, y se reiniciaba el ciclo.

Correcto, y por añadidura, como artificialmente la industria de la construcción estaba muy activa e inflada, había demanda sobre los predios a construir, y por cierto ello elevaba el valor de la tierra, y por consiguiente indirectamente elevaba también el valor de los arrendamientos urbanos.

Consecuencia. En grandes números, la clase trabajadora no propietaria de su casa-habitación, debía pagar arrendamientos cada vez más altos, y si una familia en algún momento decidía endeudarse para tener su casa propia, también debía pagar cada vez mayor precio por la misma. En definitiva, todo se pasaba como si las clases menos favorecidas, las clases con menos riqueza, debían hacer un esfuerzo adicional para de esta forma pagar así los impuestos que dejaban de pagar las familias ricas.

Y esta burbuja de precios inmobiliarios se mantuvo, hasta que la demanda de primera y segunda vivienda de las personas estuvo satisfecha, y al saturarse el mercado, ciertos inmuebles ya no se pudieron vender, y la burbuja explotó, y los precios de los propios inmuebles y de la tierra cayeron abruptamente a valores bastante más normales, produciendo la crisis por deudas que los deudores no podrían pagar.

Muy bien, pero: ¿Qué es lo que propone el economista Michael Hudson para en el futuro tratar de enmendar esta situación?

Bueno, lo que este especialista estadounidense de hecho propone o sugiere, es cambiar la ingeniería fiscal, es revisar el sistema impositivo, tratando de que el grueso de los impuestos sean pagados por todos, y en mayor proporción por la décima más rica de la población. En definitiva, Michael Hudson pide y reclama un sistema fiscal más socialmente justo.

Muy bien, plenamente de acuerdo con este pedido y con este deseo. Pero no nos olvidemos que estamos en un Estado de Derecho, y que éste es un valor supremo a respetar.

Por cierto que podemos cambiar la forma de cálculo de impuestos y tasas, mejorando y clarificando la normativa y la base imponible, revisando las exoneraciones, etcétera, pero en la medida que los capitales especulativos sean muy importantes y superen en monto al llamado capital productivo, en la medida que se sigan usando derivados financieros y una diversidad muy grande de otros activos financieros, la economía seguirá siendo muy compleja, sumamente compleja, y ya los grandes capitales de una forma o de otra descubrirán las falencias y lagunas del sistema que le puedan beneficiar.

No, y con todo respeto digo a los economistas ortodoxos y también a los economistas renegados como Michael Hudson, que de este barco no hay salida, pues se tapará un agujero en el casco y se abrirá inmediatamente otro.

En mi modesta opinión, lo que deberá hacerse es con mucha cautela ir modificando la ingeniería financiera de base, y progresivamente ir cambiando la naturaleza del dinero, para así sustituir monedas anónimas por monedas telemáticas en el sentido propuesto por Agustí Chalaux de Subirà, y paralelamente claro está, ir reformando también el sistema fiscal, y el sistema de la seguridad social, y la propia operativa comercial y de contratación.

En la medida que todo el dinero y todos los activos financieros sean nominativos, en la medida que otros activos como los bienes raíces también sean nominativos y manejados directamente en bancos de datos de tipo electrónico-digital, muchas cosas podrán ser personalizadas en forma importante según necesidades, ingresos, y egresos de cada quien, como por ejemplo las ayudas sociales, como por ejemplo los impuestos y las tasas, como por ejemplo el sistema de pensiones, y ahí sí, y en este nuevo contexto, podremos descubrir a tiempo burbujas especulativas y podremos imponer una fiscalidad acorde a los tiempos modernos y con un sano perfil social.

Y si algunos lectores dudan de la recomendación o sugerencia que acaba de expresarse, permítaseme recordar algunos de los manejos muy disimulados, que por años pudieron hacerse con los llamados derivados financieros.

Por ejemplo, véase que hasta el Presidente Barack Obama está impulsando una reforma financiera, que entre otras cosas intenta controlar los complejos y oscuros productos financieros (léase: derivados financieros), un tipo de activo financiero de uso relativamente frecuente, y que finalmente permite maquillajes contables muy difíciles de detectar, lo que posibilita así sacar ventajas en las bolsas de valores así como en otros frentes por parte de quienes conocen de cerca la situación y la maniobra. Los citados productos son o al menos hasta hace poco eran muy reconocidos, por lo que son demandados, aunque el intríngulis es tan entreverado y complejo, que es difícil darse cuenta en dónde se está poniendo el dinero cuando se invierte en este tipo de activos.

Según se afirma con insistencia en medios financieros estadounidenses, el banco de inversión Goldman Sachs ayudó al gobierno griego a disfrazar la verdadera magnitud de su enorme déficit público, con el manejo de este tipo de activos, con el manejo de derivados financieros, lo que permitió maquillar los balances, y por cierto tiempo eludir así las normas establecidas en el Tratado de Maastricht.

En efecto, parece razonable pensar que Grecia nunca hubiera podido alcanzar un endeudamiento fiscal enorme, pues se había comprometido a no superar el 3 por ciento de déficit público. Pero las cifras de endeudamiento de Grecia son enormes, y seguramente la gravedad de la situación hubiera sido descubierta mucho antes, de no haber mediado un meticuloso plan de maquillaje financiero.

En términos sencillos, el eje de la maniobra consistió en disfrazar los déficits con artificios contables, lo que claramente constituye fraude. Se usaron figuras que no despertaron sospechas de los controladores, como por ejemplo derivados financieros con los cuales se podía obtener liquidez en préstamos diluidos a 30 años. Además, se obtuvieron créditos muy importantes de miles de millones de euros, que en la contabilidad se disfrazaban como intercambio, por lo que esta nueva deuda no incrementaba el monto global adeudado que se hacía público.

Ahora bien, se plantea la siguiente interrogante: ¿Prohibiendo o regulando los derivados financieros, y complementando las disposiciones con controles, y tal vez con balances que tengan una frecuencia mensual en lugar de trimestral, se podrán evitar todos esos tejes y manejes financieros implementados entre otros por el Gobierno Griego, por el propio Banco Goldman Sachs, por Enron Corporation, etcétera.

Nuestra respuesta lisa y llana es que no, es que no se podrá.

Claro, planteando una muy inteligente normativa regulatoria, es bien posible que se pueda evitar algún tipo particular de manejo, pero sin duda los genios creativos de las finanzas ya se encargarán de inventar otros.

¿Y de donde viene o donde tiene origen, esta enorme debilidad del sistema financiero capitalista?

Bueno, implícitamente Agustí Chalaux de Subirà hace años que lo puso de manifiesto.

Lo que sucede actualmente en el mundo capitalista, es que la economía se regula con moneda anónima, y entonces las contabilidades y los balances se establecen con instrumentos matemático-administrativos, que por supuesto son manejados por especialistas humanos, con la supuesta intensión por un lado de reflejar fielmente la realidad, y por otro lado de establecer indicadores de alto nivel que sean de utilidad para la toma de decisiones. Pero bueno, en la medida que expertos humanos se encuentren mediando en estos procedimientos, y en la medida que puedan existir intensiones pícaras o dolosas, claro, siempre se logrará encontrar alguna maniobra, que más o menos respete las regulaciones y las normativas, y de forma que los manejos se encuentren disimulados a los ojos de inspectores, controladores, auditores, accionistas, empresas calificadoras de riesgos.

Al introducir la moneda telemática en la economía, o sea, al comenzar a usar especies dinerarias que no solamente sean nominativas, sino que además también manejen obligatoriamente información extracontable sobre las contrapartidas (facturas-cheque de Agustí Chalaux), y al poner veedores en todas las operaciones de bajo nivel para que en esos nudos no hayan distorsiones, entonces el propio funcionamiento de la economía generará por sí solo, información suficiente para elaborar los balances y los detalles contables, los cuales y como se establecerán en forma totalmente automatizada y por aplicación de un determinado plan de cuentas, sin ningún problema permitirán generar balances en forma mensual, o en forma quincenal o semanal, o incluso en forma diaria, lo que obviamente dará mayores posibilidades de control y de análisis.

Como antedicho y si aún en ese contexto se produjeran maniobras o especulación, inmediatamente saltará a la vista quienes son los que están ganando, y entonces los impuestos a las ganancias retirarán de los ganadores las sumas que parezcan convenientes para que las injusticias no sean extremas. Y así, no solamente se logrará mayor justicia social y fiscal, sino que además ya no habrá burbujas especulativas que se agranden exageradamente y que luego estallen, pues ciertamente, las mismas podrán ser descubiertas con mayor anticipación.

Para reforzar aún más las argumentaciones personales que vienen de ser presentadas, analicemos a vuelo de pájaro el "modus operandi" realmente aplicado en algunos otros maquillajes contables, que en los últimos años han llenado las portadas de los periódicos. Por ejemplo, tomemos por caso a Enron Corporation, en su momento una respetable empresa texana de energía, que en el año 2001 no tuvo otra opción que hacer pública su real situación que logró esconder por mucho tiempo con maniobras contables, y por lo que debido al escándalo suscitado, se convirtió a partir de entonces en el arquetipo del fraude empresarial planificado.

En grandes líneas: ¿Cómo logró esta empresa esconder sus dificultades por mucho tiempo?

Bueno, básicamente la maniobra implementada por Enron Corporation y posteriormente imitada por otras organizaciones en dificultades, se hacía como se indica seguidamente.

Algunas horas antes de cerrar balance, el que según reglamentaciones nacionales e internacionales generalmente se exige que sea cada tres meses, se pedía un préstamo de gran monto y por un período muy breve de tiempo, lo que generaba la entrada de dinero fresco en la contabilidad, el cual era contabilizado como ganancia en lugar de registrarlo como entrada proveniente de un préstamo. Claro, paralelamente se omitía incrementar la deuda de la empresa correspondiente a ese préstamo, o dicho incremento se hacía inmediatamente después de iniciado el próximo ejercicio, momento de todas formas en que el préstamo era saldado. Como garantía de esta importante operación, se daban inmuebles y maquinarias y cualquier otro activo fijo, escondiendo que los mismos estuvieran prendados. En su defecto y para establecer o complementar la garantía, en la misma también se podían integrar activos financieros comprometidos, o sea los usualmente llamados papeles tóxicos o hipotecas tóxicas; ello ayudaba a dar de baja del patrimonio esos activos deficientes, con lo cual en cierta manera se contribuía a presentar en el balance una situación más saneada. Se remarca que un activo tóxico, como por ejemplo una hipoteca cuya deuda hipotecaria supere al valor del bien raíz en garantía, no tiene por cierto un valor nulo sino un valor degradado, así que a pesar de la falencia anotada es de todas maneras un activo con valor positivo.

Muy bien, al margen del aspecto delictivo de toda esta operativa, y al margen de las variantes que en distintos casos pudieran darse, se pregunta: ¿Dónde está la principal falencia del sistema que posibilita este tipo de maniobras y de desvíos?

Bueno, en nuestra opinión personal, el principal problema que se nota, es que las transacciones que ocurren en la economía y el correspondiente contraflujo monetario, no están ligados solidaria y automáticamente ni con los aspectos contables, ni con las obligaciones legales, ni con las pruebas de cumplimiento de obligaciones.

En efecto, véase que la economía se desarrolla y funciona, porque constantemente se transfieren bienes, se dan servicios, se implementan cesiones monetarias o de activos contables, se transfieren derechos, se establecen contratos comerciales u otras formas de compromisos con validez jurídica, etcétera, etcétera. Y por otro lado y sobre la economía real, ya sea en los aspectos que corresponden a la economía productiva como en aquellos que se refieren a la economía especulativa y a la economía informal, se construye una serie de estructuras contables, relativas a existencias, dinero, certificados de depósitos o de tenencia, registros de propiedad, registros de contratos, etcétera, y todo ese andamiaje matemático-financiero se ajusta más o menos bien a lo que efectivamente pasa en la economía pues todo está orientado a ello, aunque por cierto, dicho andamiaje no está exento de errores, de omisiones (como las que expresamente se suelen implementar en la economía informal e ilegal), de discordancias (incongruencias), y de maniobras dolosas.

¿Cómo puede mejorarse esta situación?

En nuestra posición personal, ello está muy claro. Tanto los aspectos contables y monetarios, como los registros de existencias y de derechos, y como las obligaciones adquiridas o cumplidas, todo absolutamente todo debe estar interligado solidariamente a través de un único sistema digital de alcance mundial, y no como ocurre actualmente que muchas cosas van por carriles distintos, por carriles con frecuencia duplicados total o parcialmente, y donde por cierto hay un amplio campo para las incongruencias, las omisiones, los errores, los encubrimientos, las falsas declaraciones, los pactos de informalidad.

Agustí Chalaux de Subirá mostró la punta de este témpano, al resaltar como su elemento central-elemental lo que llamó la factura cheque, objeto virtual integrado por bienes transferidos, servicios brindados, cumplimientos monetarios, y actores económicos participantes, todo solidariamente unido luego de establecido, y sin posibilidades de disgregación. Claro, la economía real es muy compleja, y mucho más aún la contemporánea economía productiva-especulativa, así que es bien posible que el concepto de factura-cheque expuesto por el aludido analista social catalán, tenga que ser revisado y enriquecido, aunque ello por cierto no quita mérito a ese eminente español, pues él se adelantó a su época, al expresar cosas como las aquí destacadas hace varias décadas atrás.


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