Entre los muchos desafíos que envuelven al hombre, como figura principal se encuentra el misterio, el que está incorporado en las religiones y en todo lo que nos rodea, y que nos maravilla cuando logramos rasgar el velo de superstición, y tenemos éxito en resolver enigmas y en esclarecer verdades escondidas. Aportemos en este espacio para ayudar a resolver misterios, y así contribuir al surgimiento de una sociedad más solidaria y justa, más equitativa, más sustentable, más racional y culta.
jueves, 8 de julio de 2010
Política, seguridad, y estructura de gobierno: La democracia formal y representativa
PLANTEAMIENTO GENERAL
¿Cómo queremos y debemos decidir? ¿Cómo podemos y debemos orientar la producción y la distribución y el consumo de bienes y servicios, al interior del grupo social, y de forma que no se produzcan bolsones de inequidades y de injusticias? ¿Cómo podemos mejor organizar nuestro tejido social, en el contexto actual de la economía global? ¿Cómo debemos estructurar nuestras instituciones básicas y nuestros gobiernos, para obtener mejores resultados globales en lo social y en lo productivo y en lo que se refiere al medio ambiente? ¿Los distintos países deberían tener todos ellos la misma organización política global de base, o por el contrario deberíamos admitir notorias y significativas diferencias de enfoque, según la historia de cada nación, según la cultura de la población, según las tradiciones, según las especificidades productivas y educativas y naturales predominantes, y según los resultados generales y parciales que se fueran alcanzando?
¿La democracia formal y representativa y liberal, es el menos malo de los sistemas políticos?
He aquí unas cuantas preguntas a las que por cierto sería muy interesante de contestar sobre bases sólidas y bien fundamentadas.
Desde Davos y desde Wall Street, se pretende darnos cátedra sobre cómo podremos mejor resolver las grandes problemáticas que se nos presentan en el siglo XXI, y de hecho desde allí se nos imponen algunos lineamientos básicos.
La última crisis financiera especulativa se preparó en el año 2007 y estalló con fuerza en el año 2008, y en los siguientes dos años, ni el G-8 ni el G-20 han conseguido acordar y poner en marcha una muy necesaria reforma del sistema financiero internacional. En ese tiempo, ha quedado claro que el poder financiero globalizado y las grandes estructuras empresariales, son mucho más inteligentes y fuertes y hábiles, que los Estados y sus gobiernos, que en las distintas reuniones cumbre han puesto de manifiesto sus contradicciones y sus diferencias, así como su inoperancia, su enorme fragmentación, su desorientación general, su falta de comprensión sobre lo que está pasando así como sobre las necesarias decisiones y reestructuras que se necesitan llevar adelante. Y obviamente, y como era de esperar, en este contexto apenas si se balbucean soluciones clásicas con unos pocos ingredientes novedosos. En resumen, a nivel internacional parece haber cierto marasmo en cuanto a los cambios de rumbo que deberían adoptarse, pues parece sugerirse más de lo mismo, lo que seguramente dará por resultado más de lo mismo. Y los grandes centros financiero-bursátiles, los grandes grupos bancarios, las empresas multinacionales, y las grandes fortunas, todos de parabienes, pues son la mano negra o la mano invisible de nuestra sociedad, ya que de una manera o de otra son los grandes beneficiados, sin que de hecho intervengan explícita y notoriamente ni en las reuniones cumbre ni en los grandes encuentros internacionales de negociación, reestructura, y cambio.
Si los gobiernos y los más destacados organismos internacionales no logran marcar un rumbo adecuado, no habrá otra solución que la propia sociedad civil se anime a buscar influir en la construcción de una nueva arquitectura mundial, sustituyendo así el fracasado e indeciso liderazgo de los sectores políticos, gubernamentales, e internacionales, que en definitiva y con sus actuaciones u omisiones, son quienes nos dirigieron hacia la situación de crisis social y financiera que explotó en el año 2008.
Cierto, la crisis ha tenido diversos y notorios efectos negativos, pero al menos está revelando y resaltando la necesidad de un urgente cambio estructural, así como un muy alto grado de inoperancia de los altos sectores dirigentes nacionales e intergubernamentales. Aceptemos este desafío como un incentivo para la superación. Aprovechemos esta oportunidad para dar un paso hacia adelante.
EL MENOS MALO DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS
Al evaluar un sistema político, es casi inevitable que el analista introduzca un importante sesgo personal en las valoraciones y en las conclusiones. No siempre es posible dejar al costado los principios ideológicos y conceptuales, que en mayor o menor medida todos nosotros tenemos. En el análisis de este aspecto, tendremos pues que introducir una muy buena cuota de pragmatismo y de racionalidad, para así tratar de sacar resultados de cierta utilidad y de cierta objetividad.
¿Qué sistema político, qué estructura política, se revela hoy día como mejor y más adaptada a los tiempos actuales?
La conclusión a este interrogante en lo personal me parece obvia: Ninguno.
Veamos un poco. Los sistemas autoritarios y/o de organización social muy centralizada, que se autocalifican como iluminados como para desde las cúpulas imponer al pueblo sus personales puntos de vista, de una manera o de otra siempre derivan en la ineficiencia y en la arbitrariedad. Por cierto, en las experiencias de este tipo que han tenido efectivamente lugar, se han notado diferencias de un caso a otro, aunque ninguna de ellas tiene mérito como para adoptarla como modelo.
La caída generalizada del llamado socialismo real en Europa, es un signo claro que por ahí no está la mejor solución.
Cierto, la experiencia cubana mucho se ha alterado y disminuido por el arbitrario e indigno embargo estadounidense a su economía, pero igual, las carencias en ese país en cuanto a las libertades básicas y en cuanto a la libre circulación de ideas, y la ineficiencia generalizada de sus estructuras comerciales y productivas fruto de una notoria falta de incentivos a trabajadores y gerentes, entre otras cosas, no lo indican precisamente como un modelo a seguir.
Por cierto, la experiencia china ha sido y es mucho más exitosa en el área socialista, a juzgar por ciertos indicadores macroeconómicos, pero el autoritarismo de su régimen, su oposición al libre pensamiento y a las protestas, su pretensión de poner filtros lógicos en sus fronteras para así restringir el acceso al ciberespacio por parte de la mayoría de sus conciudadanos, no son con toda evidencia buenas credenciales como para adoptar esta forma de conducción como modélica.
Otras formas de gobierno, tales como las monarquías tradicionales, los gobiernos religiosos, o los gobiernos militares o de tipo fascista, son relativamente fáciles de descartar, por sus excesos y arbitrariedades, por sus esquemas rígidos y en ciertos aspectos retrógrados, por sus a veces desproporcionadas medidas reglamentarias y disciplinarias, por sus dogmatismos, por la relativa debilidad de las instituciones de contralor que abre muchas puertas a la corrupción y al amiguismo y a los privilegios, y obviamente, también por las violaciones a los derechos humanos.
¿Qué nos va quedando entonces como potable?: Las democracias republicanas y liberales de occidente.
Atención, no nos deslumbremos por esta forma de gobierno que en el contexto de hoy día parece la ganadora.
Corresponde reconocer algunas características de esta organización de gobierno, que al menos a quienes vivimos en occidente nos parecen muy positivas: Libertades civiles y derechos fundamentales; Imperio de la ley e igualdad y equidad en su aplicación; Separación de poderes e independencia de poderes; Formas independientes y más equilibradas de contralor; Mecanismos de protección frente a abusos, incluso aquellos cometidos por jerarcas o en nombre de instituciones estatales o en nombre de mayorías; Renovación periódica de las máximas jefaturas (léase: gobernantes y legisladores, así como altos jerarcas de organismos de contralor); Democracia representativa instrumentada mediante el derecho al voto no calificado y sin exclusión de sectores sociales.
Pero bueno, si bien en lo conceptual parecen muy sanos todos los elementos recién citados, hay que reconocer en la práctica significativos desvíos.
Veamos por ejemplo el derecho al voto en las elecciones nacionales. La democracia representativa presupone la necesidad de una buena cultura cívica de los ciudadanos, y ello implica una buena cultura general; lo que conviene entonces para fortalecer a las democracias, es mejorar en todo lo posible el nivel cultural y educativo de la población, pues un pueblo culto y educado es más difícil de engañar, menos sensible a los discursos demagógicos, y menos tolerante frente a las inequidades e injusticias. Pero además, sin duda tendremos que perfeccionar los mecanismos de publicidad y de transparencia de los actos estatales, así como insistir en la elaboración de muy buenos indicadores sobre el estado de la nación; para que el pueblo pueda opinar y decidir sobre bases racionales y adecuadas, deberá estar muy bien informado, y ello implica avanzar en el gobierno digital y en la administración digital mucho más de lo que se lo está actualmente; cierto, el enfrentamiento dialéctico entre candidatos es algo muy positivo dentro de un entorno democrático, pero finalmente el elector por momentos se siente apabullado y desorientado, porque las estadísticas a veces no son todo lo buenas y claras que deberían, y porque además los indicadores macroeconómicos reflejan realidades parciales no siempre fáciles de situar en sus justos términos; y entonces en su mayoría los votantes terminan decidiendo por razones tradicionales, o por la calidad de orador de tal o cual candidato, o por una presunción sobre la efectividad de tal o cual medida o plan, sin tener a la vista resultados más sólidos y objetivos, sobre efectivos logros alcanzados por administraciones anteriores y sobre proyecciones a futuro.
¿Por otra parte, en qué tipo de democracia estamos pensando? Acaso se priorizará la democracia representativa y más bien pasiva (con relativamente poca participación de los electores), y/o las estructuras decisorias que en niveles intermedios permita la toma de posición con posibilidad real de que se presione a los electores en forma espuria, ya sea para que no participen, ya sea para que expresen sus preferencias en forma pública aún cuando no lo deseen hacer así (contemplando decisiones que por ejemplo se toman en asambleas y por el procedimiento de la mano alzada). O acaso es mucho mejor la democracia representativa y participativa, en donde sin desmedro del pleno funcionamiento de los órganos representativos, se permite consensuar ideas y proyectos de forma que los ciudadanos sean también parte activa en las soluciones y en las decisiones.
Además, en las elecciones actuales que se llevan a cabo en las democracias occidentales, sin duda la propaganda por los medios masivos de comunicación social tiene una incidencia notoria en los resultados, lo que suele ir en desmedro de los partidos políticos pequeños, así como de las estructuras partidarias que manejen presupuestos electorales más restringidos. Con notoriedad, deberemos perfeccionar los mecanismos de transparencia en cuanto al financiamiento de los partidos políticos. Con toda certeza, deberemos transparentar los gastos en propaganda de los partidos políticos, pues no en balde se dice que los medios masivos de comunicación social constituyen el “quinto poder” en nuestras sociedades. Con toda evidencia, debemos simplificar y facilitar y promover la emisión del voto por parte de los ciudadanos, tanto en elecciones nacionales importantes, como en oportunidades más informales donde simplemente se evalúan iniciativas y/o se concretan opiniones y/o se eligen autoridades intermedias; y en este sentido, el voto electrónico podría ser, entre varias, una de las posibles mejoras operativas a considerar.
La información es la base del poder. La información de calidad es imprescindible para la buena toma de decisiones. La información ayuda a dar forma a las ideologías y a los paradigmas y a la propia cultura general, y ayuda a moldear el carácter y las posiciones de los individuos.
Afortunadamente, hoy día Internet, la teledifusión, la radiodifusión, la prensa escrita, las actividades culturales, la cinematografía y la videografía, son medios adecuados y relativamente democráticos para informar y formar a un porcentaje cada vez más elevado de la población mundial. Pero a veces se establecen nexos sesgados entre difusión y poder, o monopolios de hecho, que sin duda distorsionan, que sin duda protegen generalmente a los más poderosos. Por ello y para equilibrar estos desvíos, conviene también incentivar el intercambio dialéctico directo, el que en el ámbito de Internet ha sido llamado orientación Web2.0, y el que en el ámbito presencial se instala a través de charlas, seminarios, conferencias, conversaciones, simposios, mesas redondas, lecciones magistrales, etcétera, en donde se concreta un fructífero intercambio de ideas y de informaciones entre pares, y/o entre especialistas y público. El diálogo es la base primaria de la formación cultural y ciudadana de los individuos, y el mismo debe ser incentivado de distintas maneras, para entre otras cosas así intentar equilibrar desvíos y sesgos y anquilosamientos que en muchos casos se dan desde los sectores de poder.
Una de las críticas más fuertes y consistentes a las democracias occidentales, se concentra en las problemáticas sociales que no logran ser resueltas a plenitud, ni en los distintos niveles nacionales, ni mucho menos a nivel internacional y mundial. Entonces, vistas las realidades palpables, se asume frecuente convivencia entre gobiernos y sectores poderosos. Está bien, ésta bien podría ser la razón dominante en muchos casos. Pero de todas formas, para solucionar las problemáticas sociales en el mundo de hoy día, notoriamente se requieren recursos financieros muy elevados, y en lo personal opinamos que ellos no podrán ser obtenidos en forma estable y duradera como para lograr un cambio positivo, una modificación sustancial de rumbo, en la medida que se conviva con desvíos de recursos muy importantes provocados por el narcotráfico, por el entramado de influencias y de sobornos, por las ilegalidades y los delitos, por los incumplimientos contractuales y las intrigas y componendas empresariales, por el contrabando, por la morosidad y la evasión fiscal, por la especulación y la estafa, etcétera.
Solucionar la mayoría de los problemas sociales no será tarea sencilla, y para ello se deberá contar con metodologías adecuadas y con buenos proyectos, pero además con una muy adecuada financiación. El desarrollo tecnológico y la eficiencia productiva sin duda generan un plus, que podrá ser aplicado, por ejemplo, para atenuar las problemáticas sociales y los trastornos medioambientales, pero atención, los recursos así generados no son ilimitados, y si de allí el narcotráfico extrae su mordida, y si además los sobornos toman los suyo, y si además los ingresos fiscales disminuyen debido a la evasión impositiva y a la morosidad fiscal, y si además las estructuras bancarias y financieras toman su parte gracias a la aplicación de una poco entendida y oscura ingeniería monetaria, etcétera, etcétera, el remanente para la acción social y para la protección medioambiental siempre se quedará corto, sea cual sea el sistema de gobierno que es aplicado.
Sí, muy posiblemente el mejor sistema de gobierno sea el liberal, republicano, y democrático, pero no el que hoy día se da de hecho en muchos países (Europa, Norteamérica, Japón, etcétera).
Una buena estructura político-económica debería lograr evasión fiscal cero y morosidad fiscal cero, no por aplicación de un férreo y seguro dispositivo de control, con elevadas penas a los infractores, sino por aplicación de un sistema casi totalmente automático de cálculo fiscal e incluso de recaudación fiscal, y sin distraer a los contribuyentes con declaraciones juradas y con cálculos. Claro, en la economía de hoy día ello es imposible, pues ni los gobiernos ni las administraciones tributarias saben donde están parados, y entonces deben recurrir a los propios contribuyentes y a los agentes de retención para que les ayuden. Pero en la futura sociedad telemática controlada por dinero telemático, nominativo, e informativo de transacciones, lo antes indicado perfectamente puede hacerse realidad, y no necesariamente sobre la base de un impuesto único y de sencillo cálculo.
Otro asunto no menos importante se refiere a los incumplimientos contractuales. Véase que las obligaciones contractuales son de dos tipos: (a) En especies o derechos que se ceden o se transfieren; (b) En unidades monetarias. Muy bien, si la parte en especies o derechos es cumplida a cabalidad para la totalidad del contrato o para uno de sus períodos, lo lógico es que la otra parte también cumpla las cláusulas monetarias a las que se obligó. Y hoy día ese cumplimiento dinerario se deja a entera iniciativa y discrecionalidad del deudor, y si en este sentido hubiera un incumplimiento, generalmente y si no se llega a un acuerdo de partes, se deberá hacer un juicio cuyo resultado, de no existir un vicio de procedimiento, no puede ser otro que dictar sentencia ordenando se pague la suma adeudada.
¿Por qué entonces recargar al sistema judicial con cuestiones como las indicadas? Obviamente, el cumplimiento de las cláusulas dinerarias debería ser automático en relación a contratos bien establecidos, en la medida que no se hubieran denunciado incumplimientos de las contrapartidas no dinerarias, ni hubiera expirado el plazo del contrato.
Claro, para que el tejido contractual financiero pudiera soportar algo así, será necesario contar con contratos digitales, así como con adecuada supervisión notarial y con el uso generalizado de moneda telemática. Llegar a este ideal requerirá tiempo y orden, pero no es imposible, y como ventajas adicionales puede indicarse que: (1) así se facilitará el seguimiento de largas cadenas de pago; (2) se proporcionarán insumos (informaciones) para la imposición fiscal automática y compulsiva; (3) también se evitarán muchas estafas y contrataciones de mala fe, o por lo menos será mucho más fácil ponerlas en evidencia; (4) se agilitará muy mucho la propia actividad comercial; y (5) no se recargará innecesariamente al sistema judicial con asuntos civiles de tipo económico, que son rutinarios y de muy clara resolución.
En resumen, en la nueva sociedad telemática controlada por dinero telemático, los cumplimientos fiscales serán automáticos, compulsivos, y contemporáneos con los hechos o actos gravados, y los cumplimientos dinerarios contractuales también serán automáticos y compulsivos y sin mayores dilaciones respecto de las fechas contempladas en los contratos, y siempre que no haya habido ningún tipo de irregularidad u omisión en las respectivas contrapartidas.
Además, hay muchas cosas que pueden ser mejoradas desde la base misma del sistema democrático-social, por ejemplo cuestiones de procedimiento, por ejemplo fortalecimiento en formación e información del conjunto de la población, por ejemplo amplio desarrollo de servicios comunales y citadinos.
Claro, en estas notas estamos haciendo apreciaciones de carácter general, y no es el lugar de entrar en excesivos detalles. Pero es obvio que todo esto no podrá planificarse e implantarse de la noche a la mañana, pues algunas cosas requerirán algunos años, y otras algunas décadas en completarse y perfeccionarse. Pero cuanto antes vayamos andando este camino, tanto mejor será respecto de los resultados que se puedan alcanzar.
Como ya se dijo, la introducción generalizada de monedas digitales permitirá el seguimiento de largas cadenas de pago, y el uso de conveniente información extracontable, poco a poco irá posibilitando también una contabilidad muy minuciosa y nominativa respecto de servicios consumidos y bienes poseídos. Esta abundante información monetaria y de existencias, irá reduciendo las transacciones informales o en negro, lo que como se dijo antes evitará la evasión fiscal, pero incluso mucho más importante que eso, reducirá paralelamente estafas, sobornos, deshonestidades, actividades declaradas ilegales como el narcotráfico y el contrabando, etcétera, etcétera. La propia especulación y el agio, o sea lo que a veces se llama economía de papel, de alguna forma también podrá ser controlada y desestimulada, ya que al tener un detalle muy completo y minucioso de ingresos y egresos, podrá ser posible afectar con un impuesto muy alto a las ganancias de tipo especulativo o agiotista, que no tengan una contrapartida significativa en trabajo y/o en servicios, y que ni siquiera hayan corrido un riesgo de importancia por incertidumbre. Lo mismo los robos, los arrebatos, las maniobras de oportunidad, etcétera, si bien estos desvíos tal vez igual puedan ser llevados a cabo, luego, la eventual comercialización o el ocultamiento de lo así obtenido o realizado se complica enormemente en un contexto digital como el antes aludido, pues se llevaría contabilidad detallada y nominativa tanto del dinero como de la mayoría de los bienes en existencia en este mundo, así como de las transferencias muy numerosas y consecutivas realizadas en períodos breves.
Obsérvese que los daños al medioambiente o los daños a terceros provocados por empresas e individuos, o permitidos incluso por países, también de alguna manera podrán ser controlados y gestionados.
En efecto, en el propio sistema judicial de hoy día, en muchos casos se tiene legislación vigente que indica que quien daña es quien debe reparar el daño o debe indemnizar. Muy bien, pero cuáles son las falencias de tipo práctico que se presentan en esas situaciones: Necesidad de un juicio; Dificultades para concretar pruebas; Tiempos judiciales generalmente muy dilatados; Usual desbalance en formación y recursos y habilidades entre quienes dañan y quienes son dañados; Plazos y procedimientos a cumplir en materia judicial, que en muchos casos son complejos y un tanto arbitrarios; Procedimientos de notificación que no siempre son todo lo ágiles y seguros que deberían ser; etcétera; etcétera. Hay mucha cosa de tipo procedimental en materia judicial que notoriamente puede ser mejorada, como por ejemplo notificaciones judiciales, simplificación de la concreción de pruebas (especialmente las que involucran incumplimientos monetarios), actuaciones de oficio en casos de agresión al medio ambiente o de suposición de estafas, etcétera.
La casa social comunitaria debería estar mucho más ordenada y regulada que lo que está hoy día, de forma tal que mucha cosa se pueda resolver en forma casi totalmente automática, y que en los juicios queda actualmente a cargo de investigaciones y/o a cargo de una de las partes.
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
Hoy día las voces de alarma y desesperación se multiplican, por el deterioro medioambiental, por las grandes problemáticas sociales, por la violencia ciudadana y la inseguridad ciudadana, por los abusos y las estafas que a ojos vista se producen, y que en muchísimos casos es imposible revertir y aún penalizar. Se reclama para reducir el consumo exagerado de energía y de bienes, para tener un sistema fiscal más socialmente justo, para limitar las acciones de las empresas multinacionales que en muchos aspectos son contrarias al interés general, para reducir las injusticias derivadas de la problemática de la deuda externa de los países periféricos, para hacer algo por los bolsones de pobreza y de indigencia que se dan en muchas partes de la geografía, para mejorar el sistema financiero internacional y el entramado bancario. Se reclama con insistencia por inequidades, por injusticias, por un consumo alocado y en pocas décadas de materias primas no renovables. Se reclama por los derechos humanos y se pide el fin de las guerras. Se solicita la prohibición mundial de fabricación y comercialización de minas personales y de armas químicas. También hay manifestaciones en contra de los armamentos nucleares y hasta de la utilización pacífica de la energía atómica, porque ésta aún es muy insegura. Y por su parte los movimientos antiglobalización y pro derechos humanos y ambientales hacen lo suyo, se expresan, hacen peticiones, concretan acciones por sorpresa de amplia repercusión, organizan manifestaciones multitudinarias, etcétera, etcétera.
Se señala con insistencia que: “Un mundo mejor es posible”.
Muchas de las reclamaciones y solicitudes recién indicadas obviamente tienen su amplia justificación, pero las externalizaciones y declaraciones concretadas no van a tener efectos positivos, porque se pretende que los problemas sean resueltos en el contexto de caos e incertidumbre que hoy día tiene nuestra sociedad y nuestra economía.
Muchas de las cuestiones que hoy afligen a las personas de buena voluntad y bien intencionadas, necesitarán tiempo para ser resueltas, requerirán ensayos, planes, reestructuras y cambios de modelo, pero sobre todo y primero que nada, será necesario ordenar nuestra casa social y productiva, para así formar una buena base organizacional de la cual partir, y esto es imprescindible. Y en este sentido, en lo personal opinamos que las tecnologías digitales y las monedas telemáticas, bien pueden sentar las bases de futuros posibles triunfos.
Apostemos por nuestra futura sociedad telemática. No actuemos tontamente siguiendo los pasos de una “crónica de muerte anunciada”.
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