viernes, 18 de marzo de 2011

Decir sí o no a la energía nuclear: Allí está el dilema, la trascendente e importante problemática de nuestro tiempo, "That is the question"


Presentación

"Seguridad", o "Falta de Seguridad", o "Falta de adecuados planes de contingencia".

"Seguridad", "reserva", "desconfianza", "cúmulo de factores adversos". He ahí palabras y expresiones que mucho se emplean en la prensa y en las conversaciones informales, al referirse en estos días a las "centrales nucleares", y a la fuga masiva de partículas radiactivas que siguió al terremoto y al tsunami que afectaron Japón el 11 de marzo de 2011.

Y las preguntas que están en boca de muchos gobernantes europeos o americanos, son las siguientes: "Nuestras instalaciones nacionales de generación energética en base a la energía atómica, soportarían una cadena de impactos extremos?"; "¿Estamos bien preparados para contingencias de este tipo?".

En algún momento la alarma pasará. Y la alarma pública y la sensibilidad ciudadana que aflora en estos días, poco a poco se olvidará, o pasará a un segundo o un tercer plano.

Y el debate de la "dependencia energética" volverá. Países que no tienen petróleo, o que lo tienen en cantidad insuficiente para sus necesidades energéticas, comenzarán a pensar de nuevo en la "energía nuclear".

El mundo actual, y muy particularmente el mundo industrializado, es muy dependiente de las fuentes de energía. Y los recientes acontecimientos en Libia y en Japón, han mostrado con claridad el impresionante grado de dependencia que muestran algunos países.

Probablemente, lo más sensato y astuto, sería desarrollar algún plan energético muy diversificado en las fuentes de generación, a efectos de minimizar los riesgos.

Claro está, cada fuente de energía tiene sus ventajas y sus inconvenientes. ¿Y entonces, qué haremos?

¿Nuclear con riesgo de alguna importante fuga de material radioactivo por causa de algún accidente, pero sin CO2?

¿Energías renovables y limpias, pero sin producción estable y sin grandes escalas?

El debate ya está en los grupos técnicos que asesoran a los Estados, pero también se ha instalado en los niveles políticos, y obviamente también ha alcanzado al sector social o ciudadano.

Una verdad de "Perogrullo": El desarrollo de la energía nuclear tiene que tener como objetivo principal que las fuentes de energía sean "seguras" en cuanto a las operativas de producción.

En la actualidad y desde el punto de vista teórico-conceptual, la producción de energía eléctrica que proveniente de fuentes renovables tiene prioridad en la llamada matriz energética.

O sea, se trata que la electricidad que circula por las redes tenga su origen en paneles fotovoltaicos (solar), o en aerogeneradores (eólica), o en algún otro tipo de generación ecológica (geotérmica, maremotriz, hidraúlica).

Y obviamente, esta forma de producir electricidad, se estima que tiene menos inconvenientes que las centrales de carbón, o que las centrales térmicas que funcionan en base a algún derivado del petróleo, o que las centrales de ciclos combinados (gas).

¿Cómo se opera en un sistema que integra múltiples fuentes energéticas?

Bueno, ciertamente se hace en base a un estricto protocolo.

Pongámonos por caso en un día ideal, una jornada soleada y ventosa. Entonces, la producción por fuentes renovables alcanza cotas máximas, y en consecuencia, algunas centrales de Gas o de Carbón se regulan para quemar menos combustible, o incluso se sacan de servicio. Y obviamente ello es bueno desde el punto de vista económico, pues se deja de gastar un combustible caro, pero también es bueno en cuanto al medioambiente, pues se vierte menos CO2 a la atmósfera.

Pero en este escenario de generación estratégica, sano desde el punto de vista medioambiental y económico, no juegan las centrales nucleares, pues éstas no se pueden parar por un tiempo, y luego proseguir rápidamente con la generación cuando sea necesario.

La parte buena de la generación eléctrica en base a combustible nuclear, es que la producción es perfectamente predecible y constante. O sea, que los reactores nucleares generan tanto en días de cielos grises o de poco viento, como en períodos de sequías. Estos sistemas por mucho tiempo seguirán suministrando niveles constantes de energía -así evitando posibles racionamientos energéticos y/o escaladas en los precios- y, si hay abundancia no hace falta desperdiciar energía, pues siempre se pueden acordar provechosos intercambios con países vecinos, y/o eventualmente gastar energía sobrante acumulando agua de reserva en las represas hidroeléctricas.

Además y como ya se dijo, la generación energética nuclear no produce emisiones de dióxido de carbono (CO2), y tampoco consume ningún derivado de sustancias fósiles, pero la parte peligrosa es una fuga radiactiva, cuya posibilidad siempre está latente.

No hay otra.

Los distintos países deberán estudiar en profundidad su propia situación, y tendrán que decidirse por una u otra estrategia, o por una armoniosa combinación de estrategias.

Lamentablemente y en relación a las centrales termonucleares, los intereses económicos en juego son muy importantes, las posibilidades de obtención de jugosos contratos con grandes ganancias están al alcance de la mano y son más viables que en otros sectores, y por otra parte, la seguridad suele ser muy cara, demasiado cara, y si la misma no se encuentra suficientemente financiada, en no pocos casos se degradan protocolos, e incluso se falsean informes y datos si fuera del caso.

Esta postura en muchos casos se pone en evidencia, por las propias declaraciones de "expertos" nucleares demasiado proclives a esta forma de generación energética, y que invaden los medios de comunicación con apoyo de los sectores industriales que piensan en el gran negocio que podrían hacer si la energía nuclear se desarrolla en tal o cual país, o en tal o cual municipio. Y claro, las voces a favor de las energías renovables y nuevas, muchas veces se opaca por esas grandes campañas mediáticas.

Tal parece que las reales posibilidades de desarrollar recursos renovables autóctonos, como claramente es oportunidad en muchos países latinoamericanos con poca densidad de población y por ende con menores necesidades energéticas globales, se empañan o se ensombrecen por toda la propaganda que suele estar detrás de las posibilidades de la generación termonuclear, aún cuando se pase a tener tanta generación eléctrica que se revele como necesaria la exportación.

Analicemos a vuelo de pájaro el desarrollo de la energía nuclear en algunos países de América Latina.

En Argentina se han logrado instalar centrales termonucleares aparentemente muy seguras, pero a un costo exorbitante, como es la regla en muchos megaproyectos de ese país (por sólo citar un caso, recordemos por ejemplo la construcción de la central hidroeléctrica binacional de Yacyretá).

En Brasil la situación es un poco más compleja y en parte se ha logrado contener, pues visto el interés planteado por algunos sectores gubernamentales en el desarrollo de la energía termonuclear, ya los Estados de Rio Grande del Sur, Santa Catarina, y Paraná, se han declarado por ley libres de centrales nucleares (aprovechando la estructura federal de esa nación, y así curándose en salud). Y probablemente, la desconfianza en esta forma de generación energética bien podría extenderse a otras regiones de ese país-continente, por lo que los planes en este sentido parecen haberse enfriado o retardado.

Más allá de las opiniones técnicas fundadas, y más allá del propio análisis de situación que cada cual pueda plantearse en relación a la conveniencia y/o necesidad de la instalación de "plantas nucleares" en tal o cual país, por cierto muchas son las preguntas y las dudas que quedan sin una respuesta clara.

Por ejemplo, día a día, los gobernantes japoneses nos mienten sobre lo que está pasando allí en estos días, en los accidentes que se suceden en la central nuclear de Fukushima. ¿El gobierno de Japón aplicará esta política para que no cunda el pánico en el seno de su población, o lo que tratan es de esconder errores y responsabilidades?

La realidad está demostrado que los intentos para desactivar/anular los efectos no deseados en la citada central japonesa, están fracasando en varias líneas de acción, aumentando así las consecuencias nefastas del evento. Y como la situación aún no ha podido ser estabilizada, tampoco nada puede afirmarse con seguridad respecto de los efectos a largo plazo que por estos sucesos en el futuro puedan estar afectando a Japón y a sus países vecinos. Las eventuales consecuencias apocalípticas pocos son los que las esbozan, y en muchos casos lo hacen en voz baja.

Vistos estas realidades, en lo personal me aterra y me preocupa la soberbia y el autoritarismo y la serena solvencia manifestada por algunos "periodistas" y algunos "científicos" y algunos "políticos", aún en estos días de hipersensibilidad ciudadana, argumentando a favor de la utilización de la energía nuclear para la generación energética. Así, se trata de llevar tranquilidad a la ciudadanía, intentando acallar y denostar los gritos de preocupación y alarma por lo que está pasando, y por lo que podría suceder si en América Latina se fortalecen los planes de generación energética en base a nuclear.

Indudablemente, los llamados "ciudadanos de a pie" queremos saber más sobre estas cuestiones, y queremos ser consultados al respecto, en algo que indudablemente tiene más componentes políticos que técnicos, y en algo que puede llegar a afectarnos en forma irreversible.

No seamos indiferentes. No razonemos con que algunos países de la región ya tienen centrales termonucleares, y que nada grave ha pasado. Si algunos de nuestros vecinos se han tirado al agua respecto de este asunto, no es cuestión de imitarlos sin evaluar los riesgos por nosotros mismos.

Desde el punto de vista del dominio tecnológico, tanto Alemania como otros Estados de Europa llevan una buena delantera a los países latinoamericanos, y sin embargo, ellos están evaluando con seriedad la cuestión de la seguridad, y están revisando y enlenteciendo sus planes en el sentido de la utilización de la energía nuclear para generación energética.

Por tanto, seamos cautos.

Leamos con atención las noticias, y pensemos. Y pensemos bien y con calma.

Recordemos que diez días antes del sismo y el tsunami que arrasaron el noreste de Japón, y dañaron gravemente las instalaciones de la central nuclear de Fukushima, el operador de esa central ya había entregado un documento a las autoridades niponas, en el que reconocía haber manipulado los datos de los controles de mantenimiento para evitar sanciones.

En efecto, la empresa aseveró que había inspeccionado una treintena de piezas que en realidad no lo habían sido, y también confesó que en once años no había inspeccionado una pieza que alimenta una válvula de control de la temperatura del reactor, pese a que los técnicos, que se habían contentado con hacer controles rutinarios, aseguraron lo contrario.

Otras piezas, cuyo control no es necesariamente obligatorio, tampoco fueron sometidas a inspección exhaustiva, sobre todo, las partes relativas al sistema de enfriamiento y al grupo electrógeno de emergencia.

Las autoridades de Japón habían reclamado con insistencia estos informes, para asegurarse que se estaban respetando los procedimientos.

Al analizar esta cuestión, se afirmó que "el plan de control de las instalaciones y la gestión del mantenimiento eran inapropiados". Esa fue la conclusión de la Agencia de Seguridad Nuclear, que aseguró que la "calidad de las inspecciones era insuficiente".

Y antes de que se produjera la catástrofe, los responsables nipones habían conminado a la empresa operadora a modificar su comportamiento, y a llevar a cabo un nuevo plan de mantenimiento antes de junio del año 2011.

Claro, la catástrofe del 11 de marzo 2011 provocó la parada de los seis reactores de la central Fukushima, interrumpió la alimentación eléctrica, anegó los generadores diésel de emergencia, y colapsó el sistema de enfriamiento. Esta cadena de fallos degeneró en una serie de accidentes de gravedad creciente, y los equipos de técnicos se vieron totalmente desbordados, a pesar de que luchan con denuedo y valentía, con ayuda de militares y bomberos, para evitar que la situación se haga totalmente incontrolable.

Claro, "no es posible decir en qué medida los fallos constatados sobre el mantenimiento y el control de las instalaciones, influyeron o no en la cascada de problemas originados por el terremoto". Se prevé iniciar investigaciones más exhaustivas una vez que pase la crisis, pero por el momento, la urgencia es evitar lo peor.

En 2007, después de un sismo en la región de Niigata (en la costa del Mar de Japón), también se tuvo que parar la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, que cuenta con siete reactores. En ese caso, y después que pasaron los mayores peligros, se reconoció que se habían producido fugas radiactivas mayores de lo que se había divulgado inicialmente. Como puede observarse, la propensión a los embustes en caso de accidentes, no es nueva ni aislada.

En la situación actual, los desacuerdos perceptibles no facilitan la transparencia de información ni el trabajo de los técnicos, quienes asumen riesgos para controlar uno de los peores accidentes nucleares de la historia.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Artículo de ejemplar lucidez y rigurosa objetividad, el autor nos incita a meditar.

    El enfoque confirma la gran responsabilidad de los gobernantes (asesorados por científicos, por industriales, y/o por economistas) cuando deciden el tipo de energía que adoptarán para la generación de electricidad.

    En esos párrafos y en forma resumida, se analizan los riesgos imprevisibles derivados del uso de diversas fuentes energéticas, como por ejemplo la atómica, así como los inconvenientes y las insuficiencias que comportan las instalaciones basadas en las energías renovables.

    Por lo demás, el artículo insinúa los intereses políticos y financieros ocultos, que pueden llegar a influir en la toma de decisiones en cuanto a las opciones retenidas, y que no siempre toman en cuenta los intereses de las poblaciones.

    La reciente tragedia japonesa ilustra los eventuales riesgos de una central atómica. El accidente nuclear siempre es posible, y puede tener su origen, entre varias posibles causas, en la vulnerabilidad o vetustez de las instalaciones, en condiciones naturales particularmente adversas, o como ciertos observadores denuncian, en la incuria y desidia de autoridades y de operadores.

    En el caso de Libia, cuya guerra provoca también miles de victimas, el petróleo, fuente primordial y de energía de la actualidad, es paradójicamente responsable directo del conflicto. Este pais gran exportador de petróleo, suscita el interés de los occidentales, que hasta hace pocos meses sostenían al dictador sanguinario a cambio de ventajas respecto de esta fuente de riqueza, y que ahora le dan la espalda pues evalúan que este dirigente ya no está en condiciones de controlar al país.

    Para concluir este comentario, llamamos la atención sobre los riesgos intrínsecos de cada fuente de energia que en el artículo se enumeran. Estos riesgos pueden tener su origen en razones económicas o políticas, y los intereses creados ser causa de guerras y revueltas sociales, trastornos que finalmente se pagan con vidas humanas.

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