
El "estado del bienestar" se corroe y se derrumba, y las llamadas “libertades civiles” empiezan a desaparecer, como aquel lejano mundo de fantasía de nuestra infancia. Y todo esto en un marco económico negativo que, como quien dice, acaba de empezar y muy probablemente irá a peor, si es que las personas de buena voluntad no hacemos algo. Sea inteligente, apoye al "Centro de Estudios Joan Bardina", y apoye los estudios referidos al dinero telemático, pues esta herramienta financiera tal vez consiga salvarnos.

Presentació
Cada dia són més els països que reclamen l'abolició dels diners anònim i cada dia està més a prop que el projecte de l'Agustí Chalaux (1911-2006), que durant tota la seva vida ha investigat i desenvolupat aquest sistema econòmic científic racionalitzat, sigui una realitat .
Se suggereix llegir el reportatge que ha sortit el dijous 2 setembre 2010 al diari El País de Madrid “El dinero, de plástico, por favor”. L'eslògan dels bardinians és "Moneda anònima? No, gràcies".

Presentación
Cada día son más los países que reclaman la abolición del dinero anónimo, y cada día está más cerca el proyecto de Agusti Chalaux (1911-2006), que durante toda su vida ha investigado y desarrollado este sistema económico, científico y racionalizado.
Se sugiere leer el reportaje que ha salido el jueves 2 septiembre 2010 en el periódico El País de Madrid “El dinero, de plástico, por favor”. El eslogan de los bardinianos es: “¿Moneda anónima? No, gracias”.



Resumen Reportaje Diario El País de Madrid, 2 septiembre 2010
Autores: L. MEYER y L. GUERRICAGOITIA
Enlace a artículo original: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/dinero/plastico/favor/elpepisoc/20100902elpepisoc_1/Tes

Subtítulo: "Varios países estudian limitar la circulación de billetes y monedas; un mundo sin efectivo podría ser más seguro, pero obligaría a dejar rastro electrónico de todo".
En países avanzados, como Islandia, Finlandia, o Japón, por poner tres ejemplos, el dinero contante y sonante se repliega en favor del plástico. Escenas cotidianas, como pagar por golosina, comprar un periódico, o sacar un billete para el metro, se resuelven con una tarjeta y un datáfono para leerla.
Nada de billetes ni monedas, solo plástico para pagar. La idea de que el siguiente paso es acabar con la circulación de billetes y monedas, todavía se ve lejana, pero ya genera un intenso debate.
En nombre de la seguridad, ¿cabe quitar al ciudadano la libertad de manejar el dinero en efectivo sin tener que dejar rastro electrónico de todos sus movimientos?
Suecia es uno de los primeros países donde ha estallado este interesante debate. La propuesta de sustituir el dinero en billetes y monedas por el de plástico o bits, ha surgido de Finans For Bundet, un sindicato de empleados de banca que, preocupado por la seguridad de sus más de 30.000 afiliados, quiere llevar al Parlamento de Estocolmo una iniciativa para conseguir acabar con el dinero circulante. Para ellos la razón es sencilla: Si no hay efectivo no habrá robos, ya que no habrá nada que llevarse.
Este debate está abierto también en Japón, aunque por razones diferentes. La economía nipona vive estancada desde hace casi 20 años, con el riesgo de caer en deflación (caída generalizada de precios). Se han llevado adelante todas las medidas posibles, rescates bancarios, tipos de interés prácticamente planos, emisiones de cantidades ingentes de deuda pública. Pero nada funciona. La economía no crece.
Para combatir este riesgo, diversos economistas abogan por elevar el consumo y generar inflación a través de la imposición de tipos de interés negativos. A la gente se la penalizaría por tener sus ahorros en una entidad financiera, por lo que entonces solamente se tendrían dos opciones convenientes: "Consumir desaforadamente o acumular efectivo". Y para evitar esta segunda, se optaría por suprimir el metálico, y así operar únicamente con dinero electrónico.
Francisco Cortés, profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Almería, considera que Japón es el banco de pruebas "ideal" para llevar a cabo este experimento, tanto por su situación macroeconómica como por su desarrollo tecnológico.
Dicho especialista afirma: "La población nipona está muy avanzada en esta materia, el uso de tarjetas de crédito y del móvil es muy habitual en las transacciones comerciales".
Sobre la posibilidad de que esto acabe por extenderse, reconoce que sería muy difícil, sobre todo en España, pues establece: ««Nuestro país cuenta con una escasa cultura financiera. El ciudadano de a pie todavía considera el billete como único activo asociado al dinero, además de verlo como un instrumento para el fraude, en un sistema donde la economía sumergida representa el 20% del total.»»
Éste es un debate que en España apenas se ha abierto, aunque las compras por Internet hace tiempo que dejaron de ser un tabú y ganan adeptos cada año. Este año se ha gastado en la Red cuatro veces más que en el año 2005: casi dos millones de euros sólo en los tres primeros meses de 2010. Pero esto no significa que España vaya a plantearse ni de lejos mandar al ostracismo sus billetes y monedas.
El director general de la empresa de pagos electrónicos Pay Pal, Estánis Martín de Incola, matiza: "Es cierto que el efectivo dejará de tener relevancia y la gente comenzará a optar por otro tipo de pagos más seguros", pero "lo que no hay que hacer es prohibir una forma de pago, sino abrir el abanico de posibilidades, dar más opciones, el efectivo no va a desaparecer por el momento, de aquí a 15 años ya veremos", concluye.
El director comercial de Visa Europe, Fernando Albert, va más allá: "El dinero en metálico no desaparecerá del todo, su uso se sustituirá cada vez más por el de tarjeta y nuevos medios, pero no creo que desaparezca", afirma.
En España hay un componente cultural que impide poder plantearse por el momento medidas como las que se debaten en Suecia y Japón. De los 27 países que componen la eurozona, España ocupa el duodécimo puesto en transacciones con tarjeta por habitante, por debajo de Portugal o Irlanda, y por encima de Italia y Alemania, entre otros. Muy lejos, en cualquier caso, de Finlandia, Suecia y Dinamarca, referentes indiscutibles en el uso de dinero de plástico.
Fernando Albert opina que en nuestro país aún existen "hábitos anclados" en el uso de efectivo, que dificultan la aceptación de nuevos medios de pago. Esta situación, opina, es recíproca, ya que "todavía son muchos los comercios en los que no se permite pagar con tarjeta", especialmente cuando se trata de "importes pequeños", algo que no sucede en los países antes mencionados, donde se pagan cantidades mínimas en la compra de un periódico o un café, sin soltar una sola moneda.
Resulta raro encontrar a un experto que se atreva a aseverar que el dinero en metálico no sólo se utilizará cada vez menos en los próximos años, sino que desaparecerá del todo.
Para José Luis Nueno, profesor de la prestigiosa escuela de negocios IESE y uno de los participantes de la Future Agenda 2009 (informe en el que expertos de todo el mundo presentan soluciones a los retos del futuro), la extinción del papel moneda "es un hecho".
El profesor augura que cuando el dinero en su totalidad pase de estar formado por átomos a estar formado por bits, esto implicará menos libertad de movimientos para el individuo y más para la colectividad. "Hoy una persona no tiene que acreditarse para soltar un fajo de billetes", aclara José Nueno, "pero para el pago electrónico hay que introducir una clave". Según el profesor, así se evitaría la circulación de dinero negro, puesto que las transacciones serán mucho más transparentes.
Enrique Dans, profesor de Sistemas de Información en el IE Business School, incide en este apartado, y asegura que el dinero en la Red es "mucho más seguro" que el dinero físico. Y lo ilustra con el siguiente ejemplo: "Si a mí me roban por la calle la cartera, esos billetes no están asegurados, pero si me roban la tarjeta y la utilizan, sí".
Enrique Dans extiende esta noción de seguridad al comercio electrónico. "Cualquier movimiento queda reflejado en la Red, y si alguien utiliza mi tarjeta en Internet, puedo trazar esos movimientos".
¿Y por qué en España se mantiene aún ese miedo a efectuar compras en la web?
"Es cultural", opina E Dans, "sabemos cómo se utiliza el dinero físico, y lo hacemos con un sentido común, y nadie va por la calle enseñando un fajo de billetes", y remata: "Ese sentido común todavía no existe del todo en el uso de dinero en la Red".
El grado de transparencia que aportan los pagos electrónicos juega en contra de la privacidad del ciudadano, puesto que absolutamente todos sus movimientos quedan registrados (en el caso de que careciera de dinero físico).
Enrique Dans considera que es absolutamente vital que un tercero garantice nuestra privacidad, para así tranquilizar a los usuarios.
En este punto, el profesor José L Nueno presume un auge de las empresas de tecnología en detrimento de los bancos. Y enumera: ««Sistemas de reconocimiento de voz, de retina, anchos de banda con mayor capacidad para transmitir datos, sistemas de firma electrónica, sistemas que garanticen la privacidad, autenticidad, y efectividad en los pagos. Ese es un mercado grandísimo para muchas empresas de tecnología y telecomunicaciones, que empequeñecerá el correspondiente a las entidades financieras. Los inmigrantes, por ejemplo, ya no tendrán que pagar elevadas tasas y tipos de interés para enviar remesas de dinero a sus países, pues les bastará con darle a un botón en su móvil, por ejemplo, y listo.»»
El profesor Nueno opina que "los bancos dejarán de ser una parte indispensable para mover el dinero, y las transferencias de dinero tendrán un coste muy cercano a cero". Y sentencia: "La desaparición del papel moneda beneficiará más a los pobres que a los ricos, como lo sabe hoy cualquier persona que por ejemplo compare porcentajes de costes por giros al exterior".
Maki Izuka llegó a España desde Tokio hace tres años, y reconoce que en Japón las tarjetas hace tiempo que arrinconaron al efectivo y su uso es masivo. Ella tiene su propia teoría al respecto: "En Tokio, la gente tiene poco tiempo y necesita comprar rápido, por eso usan el método que es más eficaz para ellos; aquí la gente tiene más tiempo, no le importa hablar con el comerciante y perder unos segundos buscando el cambio". Y lo dice con conocimiento de causa, lo ve todos los días detrás del mostrador de su tienda de comida ecológica.
Malin Backman, sueco de 26 años, opina que el que obligatoriamente te pidan el documento de identidad para realizar un pago con tarjeta, no ayuda a normalizar su uso. En su país esta obligación no existe, porque sin duda confían mucho más los unos en los otros. "Cuando vine aquí me sorprendió mucho que me pidiesen documentación para verificar que la tarjeta era mía", afirma, y reconoce que "no es raro que tenga que ir a un cajero" cuando a uno le piden el carnet y no lo tiene, porque reconoce que no termina de acostumbrarse "a llevar efectivo y documento de identidad encima".
M Backman opina que en su país "la gente se fía y cree en el sistema, mientras que aquí, de momento, asocian todavía mucho el concepto de dinero a los billetes".
El finlandés Ville Kujanper, de 27 años, vino a España hace un año y dejó atrás el país de Europa donde actualmente se realiza el mayor número de operaciones con tarjeta por habitante. Y le sorprende que la mayoría de los comercios pequeños en España rechacen el dinero de plástico por tener que pagar una comisión. Y no le entra en la cabeza que el cliente tenga que pagar un mínimo por tener una tarjeta. Efectivamente, ambas medidas no contribuyen a abandonar el efectivo.
Tanto Ville Kujanper como Malin Backman, no manejan efectivo cuando van a sus países. "No es necesario, y además, el coste y el trastorno de usarlo es mucho mayor, pierdes en comodidad, en seguridad, y en varias otras cosas".
Precisamente, la seguridad es el argumento principal que esgrimen en Suecia los partidarios de acabar con el dinero en metálico. El debate lo planteó el sindicato TCO después de que una de sus afiliadas, empleada de banca, hubiera sido víctima de un robo a mano armada.
Antonio Nieto, miembro de la Policía Judicial (unidad que incluye delitos de estafa en Internet y telecomunicaciones) asegura que el sector está muy verde todavía como para plantearse prescindir totalmente del dinero en efectivo, y dejar todos nuestros ahorros a merced de la Red. "Actualmente no existen los medios de control y persecución idóneos", asegura, "y posiblemente se multiplicarían las estafas". Esta persona sabe muy bien de lo que habla. Especialmente a la vuelta del último verano, se multiplicaron las denuncias por pagos fraudulentos por Internet y por tarjetas clonadas, el delito más común en pago electrónico.
Y afirma: ««Las copias de tarjetas y las tarjetas robadas se usan mucho en peajes y restaurantes. El problema es que suelen ser delitos que no sobrepasan los 2.000 euros de cuantía. Y normalmente los pagos se realizan en el extranjero, y los jueces no admiten a trámite las demandas, porque no van a movilizar a la Interpol por poca cantidad»», asegura antes de lanzar al aire una pregunta inquietante: "Si ésta es la situación ahora, ¿qué pasaría si sólo pagásemos con tarjetas?".


Resumen Artículo Diario El País de Madrid, 2 septiembre 2010
Autor: IBÁN DÍEZ (abogado del despacho Gómez Acebo y Pombo)
Enlace a artículo original: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Libertad/privacidad/dinero/elpepisoc/20100902elpepisoc_2/Tes

Aunque a primera vista esta idea nos puede parecer descabellada e impracticable, lo cierto es que los avances tecnológicos han hecho posible que en esta segunda década del siglo XXI, nos podamos plantear vivir en un mundo en el que no exista intercambio físico de billetes y monedas.
No podemos ni olvidar ni dejar de admitir, que un escenario así ayudaría de forma significativa en la lucha contra la inseguridad ciudadana y contra ciertos tipos (no todos) de blanqueo de capitales.
No obstante, a la vez que se plantean supuestas quiméricas virtudes de una sociedad sin dinero en metálico, surgen claras dudas respecto al posible ataque que esto supone para las libertades individuales.
Con la desaparición del efectivo, el consumidor pierde completamente el anonimato que le brinda esta modalidad de pago, para adentrarse en el mundo del "rastro electrónico". La cuestión es que nadie puede negar que, por muchas medidas de seguridad o garantías legales que se exijan a las entidades financieras, toda transacción electrónica es susceptible de dejar un rastro que, dependiendo de como se trate, podría constituir una información muy valiosa, puesto que permite evaluar y definir aspectos de la personalidad y del comportamiento de los ciudadanos en función de sus compras y sus pagos.
Afortunadamente, de forma paralela al desarrollo tecnológico que nos ha permitido plantearnos este mundo feliz sin dinero, los ordenamientos jurídicos modernos han ido extendiendo progresivamente sobre la sociedad, una fina capa de protección legal para inmunizar frente a posibles abusos o intrusiones, que las innovaciones técnicas de toda índole pudieran provocar en la esfera más personal de los ciudadanos.
Se trata de la consolidación del derecho a la autodeterminación informativa como barrera, frente a posibles limitaciones que, por razón de la tecnología o por cualquier otra, pudieran imponerse a la privacidad de los individuos.
Todos los ciudadanos tienen derecho a conocer, controlar, y decidir, en todo momento, el trato que otras personas o entidades hacen de sus datos personales y demás información sobre sí mismos.
Este principio, es una de las bases de toda sociedad democrática que tenga como fundamento garantizar el libre desarrollo de la personalidad de sus ciudadanos, y se inserta dentro de nuestro derecho fundamental a la intimidad, el honor, y a la propia imagen. Esta libertad de autodeterminación informativa, debe comenzar en el mismo momento en que el individuo decide si los datos o su información personal pueden ser conocidos o no por otras personas.
Evidentemente, la desaparición del dinero efectivo supone cercenar esta libertad, porque todo ciudadano deberá necesariamente contratar un medio de pago electrónico con su entidad financiera y, quiera o no, todas las transacciones que haga a través de este medio, podrán quedar registradas en algún fichero que, aún teniendo todas las garantías de seguridad precisas, no concede posibilidad de elección alguna al ciudadano.
Cierto es que en este mundo tecnológico y complejo, puede resultar intrascendente plantearse este tema. Al fin y al cabo, una inmensa mayoría dispone como mínimo de una tarjeta de crédito, realiza pagos electrónicos casi a diario, y la tecnología permite garantizar la confidencialidad de las transacciones.
Sin embargo, debemos entender que lo que ponemos en cuestión, no son las bondades de un mundo sin pagos en efectivo, ni tampoco las virtudes de la tecnología, sino el hecho de que nuestra sociedad se plantee utilizar atajos para conseguir el bien común, así condicionando gravemente las libertades individuales.


Atrévase a mirar los vídeos incrustados en el presente artículo, y atrévase a reflexionar sobre esos contenidos.
POPURRÍ DE VÍDEOS: VIENTOS DESDE URUGUAY
1 - Reflexión del escritor y periodista uruguayo Eduardo Germán Hughes Galeano: El derecho a soñar
2 - Breve exposición de Eduardo Hughes Galeano sobre la utopía
3 - Mensaje de Eduardo Galeano sobre el siglo XXI
4 - Eduardo Galeano: Mundo se rifa 1/3
5 - Eduardo Galeano: Mundo se rifa 2/3
6 - Eduardo Galeano: Mundo se rifa 3/3
7 - Metáfora del mundo: Eduardo Galeano te lo explica en 10 minutos
Eduardo Galeano te lo explica en 10 minutos


PRESENTACIÓN ESPECIAL -o-0-o- VOCES CONTRA LA GLOBALIZACIÓN: Los amos del mundo, otro mundo es posible
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