Entre los muchos desafíos que envuelven al hombre, como figura principal se encuentra el misterio, el que está incorporado en las religiones y en todo lo que nos rodea, y que nos maravilla cuando logramos rasgar el velo de superstición, y tenemos éxito en resolver enigmas y en esclarecer verdades escondidas. Aportemos en este espacio para ayudar a resolver misterios, y así contribuir al surgimiento de una sociedad más solidaria y justa, más equitativa, más sustentable, más racional y culta.
domingo, 19 de junio de 2011
La democracia debe ser fortalecida y defendida, debe ser perfeccionada y mejorada, debe ser continuamente remozada: Dictaduras democráticas
EN DEMOCRACIA NUNCA SE DEBE BAJAR LA GUARDIA
Vivimos en dictaduras democráticas, porque en muchos casos los ciudadanos abandonan su cuota de poder subyugados por algunos agentes económicos y algunas prebendas.
Aunque todo es mejorable y por ahora la insatisfacción moderada, es estimulante del desarrollo de nuestra especie, que la población mundial está creciendo en forma sostenida, que la ciencia y la tecnología no se han estancado, y que tenemos más expectativa de vida que hace 500 años.
Por lo tanto, en una evaluación global de nuestra gestión, no es exagerado decir que tenemos más virtudes que defectos, que nuestro instinto de conservación individual y de la especie está razonablemente sano, y que si todo esto puede analizarse como una tendencia, quedamos habilitados para diagnosticar y pronosticar que vamos bien.
Como corresponde al funcionamiento mental que nos caracteriza, estas buenas evaluaciones aburren, no interesan demasiado, y si abundaran hasta podrían convertirse en contraproducentes porque resultarían desestimulantes para seguir progresando.
Nuestra forma de organización predominantemente piramidal (unos pocos dirigen a la mayoría), apela a diferentes formas de distribuir ese poder.
En algunos casos tenemos gobiernos dictatoriales con una gran concentración en pocas personas, y en otros casos tenemos gobiernos democráticos con una amplia distribución de responsabilidades, al punto de que cada ciudadano se siente poseedor de una cuota satisfactoria de poder.
La baja concentración parece más costosa, y exige una gran tolerancia para soportar la pertinencia o impertinencia de las muy variadas propuestas, críticas, y exigencias.
La alta concentración es menos costosa porque unos pocos se ponen de acuerdo y luego aplican la violencia física, psicológica, y propagandística, para instalar la sumisión irrestricta de los ciudadanos, quienes quedan con cuotas de poder insignificante.
Ahora podría estar ocurriendo que en los regímenes democráticos, una mayoría de ciudadanos abandona por indolencia el poder que podría usufructuar, por comodidad, por resignación, y de hecho tenemos dictaduras, no de tiranos visibles sino de agentes económicos mínimamente mediáticos.
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