jueves, 3 de mayo de 2018

Asombroso: Descubren la separación por sexo de los "Saurios mesozoicos", además de inmensos ejemplares que sobrevolaron el continente asiático // Muy interesantes imágenes ilustran este artículo


Introducción

Los Pterosaurios se volvieron cada vez más grandes y especializados, para deslizarse y elevarse por el aire durante lapsos muy prolongados.

El Pteranodon que vivió en pleno período Cretáceo, tenía un diseño perfecto para volar.

Efectivamente, sus patas eran cortas, su cuerpo relativamente pequeño y casi sin cola. No obstante sus alas eran tan grandes (más de siete metros de amplitud total) que debía encontrar dificultades para moverse en tierra firme.

Se supone que sus despegues se efectuarían lanzándose desde el borde de riscos y acantilados, aprovechando las corrientes de aire y los vientos favorables. 

El Pteranodon era un verdadero maestro en el cielo.  Volaba a velocidades del orden de 30 kilómetros por hora.

En pleno dominio del vuelo, este "dragón volador" dominaba en el aire, con giros imprevistos, como si de una gigantesca ave marina o un inmenso murciélago se tratara.


Medía  6,90  metros de punta a punta de sus alas, y algunos de los huesos encontrados, indicarían que los más grandes ejemplares pudieron haber tenido una envergadura de casi 9 metros.

Ciertos expertos sostienen que tal vez, la enorme cresta pudo haber ostentado brillantes y llamativos colores, para engalanarse y así atraer a su pareja en épocas de celo, contribuyendo a la reproducción, además de funcionar como timón de dirección en el viento.


La enorme cresta del Pteranodon servía para contrabalancear el peso del pico, también como timón de vuelo, y era un elemento de dimorfismo sexual, siendo mucho más grande en los machos. En épocas de celo, la cresta se coloreaba para atraer a las hembras. El tamaño corporal también variaba según los sexos, pues los machos tenían una amplitud de alas del orden de los 8 metros, mientras que en las hembras, la envergadura era de 4 metros.


No solamente planeaban, sino también eran excelentes voladores.


Anidaban en lugares como los riscos y zonas elevadas, difícilmente accesibles a los depredadores. 

De gran interés : Descubren el sexo de los "Saurios volantes"

Algunos fósiles de Pterosaurios presentan una cresta en su cabeza. En casos extraordinarios, dicha cresta podía alcanzar 5 veces la altura del cráneo. Ademas, los expertos sospechan que dicha cresta podría haber sido utilizada para algún tipo de exhibición o señalización, y que principalmente la lucían los machos, pero ante la falta de evidencias, tal idea no pasaba se ser una simple especulación.

Ahora, el fósil de la llamada "Señora T" vino a despejar la incógnita. Ella carece de cresta y tiene las caderas anchas, lo cual facilitaba el paso de los huevos. 

Los machos en cambio, se distinguen por sus caderas estrechas  y por tener una cresta como ornamento de la cabeza.


Es factible que la misma fuera útil para intimidar a los rivales, o tal vez para seducir y atraer a una pareja. 

El hallazgo del fósil de Pterosaurio, también arroja nueva luz sobre su reproducción. 

El huevo de la "Señora T" es pequeño y con cáscara blanda; esto es característico de los reptiles y completamente diferente a las aves. 

Es comprobable que los "plumíferos" ponen huevos más grandes y con cáscara dura.

Queda despejada así otra faceta de la vida de estos fantásticos animales de los tiempos prehistóricos.


El extrañísimo Pterodaustro

El Pterodaustro  (nombre que significa Ala del viento del Sur) fue un extraño reptil alado, cuyos restos fosilizados fueron encontrados por el gran paleontólogo argentino José Bonaparte en 1969 en San Luis (Argentina).

Habitó en Sudamérica hace 110 millones de años, en pleno período Cretáceo, y a juzgar por la riqueza de los yacimientos fosilíferos ubicados en el norte de Chile y en la Argentina, fue una especie muy exitosa.


Este reptil volador de reducidas dimensiones, estaba extraordinariamente diseñado.

La mandíbula inferior contaba con unas 1.000 cerdas, con las cuales filtraba pequeños organismos marinos, como plancton, algas, y crustáceos. 

Por su parte, en la mandíbula superior disponía de dientes diminutos, con los que desmenuzaba su alimento. 

Su altura era de unos 50 centímetros, y pesaba aproximadamente un kilogramo y medio. 

Su envergadura variaba según los ejemplares, entre 1,4 metros y 2,50 metros. Aleteaba y se deslizaba grácilmente sobre las costas de los mares poco profundos, que entonces cubrían aquellas comarcas en tan remotas edades.

Los reptiles alados poseían huesos pectorales con el objetivo de sujetar los músculos encargados de controlar el movimiento alar.
Ciertos Pterosaurios podían batir sus alas, y volaban muy eficazmente, mientras que otros, simplemente planeaban. Como los actuales murciélagos, las alas eran de piel,  y se extendían entre su cuerpo y el final de un 4to. dedo, en extremo alargado.
Los demás 3 dedos de cada mano, estaban dotados de filosas garras, ubicadas en la parte delantera de cada una sus alas.

Su éxito biológico se prolongó hasta el final de la era Secundaria

Los reptiles alados que surcaban el aire en tiempos de los Dinosaurios, constituyeron un grupo exitoso, muy variado, diversificado, y perfectamente adaptado, habitando en diferentes ecosistemas.


Hasta épocas recientes, los expertos creían equivocadamente, que los "dragones voladores" (primos de los dinosaurios) comenzaron a declinar al fin del Mesozoico, pensándose inclusive que la familia entera de los Pterosaurios ya estaba completamente extinta en las postrimerías del período Cretáceo.

Recientemente, el paleontólogo David Martill y su equipo de colaboradores, dió a conocer un sensacional descubrimiento.

El 13 de marzo de 2018, encontraron en un yacimiento ubicado en Marruecos, en el ángulo noroeste del continente africano, sedimentos y estratos que fueron datados en forma fehaciente en la friolera de 66 millones de años. 

Y aquí viene el bombazo informativo: 

No solamente se exhumaron esqueletos fosilizados de los más grandes ejemplares, los conocidos como Azhdarquidos (del tipo de los Quetzalcoatlus y sus parientes) sino también varios "Pteranodóntidos" (provistos de alargadas crestas en el cráneo), y asombroso: también varios "Nyctosáuridos"  (es decir, Pterosaurios sin los tres dedos funcionales en las alas).


Hasta el momento de escribir estas líneas, se han registrado varias especies, entre las cuales se destacan: Tres Nyctosáuridos (Alcione elainus, Simurghia robusta, y Barbaridactylus grandis), así com un gran Pteranodóntido (Tethydraco regalis). 

Asimismo, también fueron encontrados variados Azhdarquidos, entre ellos, el famoso Phosphatodraco mauritanicus.

Este gran hallazgo de paleontólogos, geólogos, y demás expertos, demuestra en forma incontestable, que aún en los tiempos finales del Cretáceo tardío, los reptiles voladores eran mucho, pero mucho más numerosos, exitosos, y diversos en formas y tamaños, de lo que se creía, y que además, se mantuvieron en el pináculo de su esplendor hasta el exacto final de la era Secundaria.

Estos magníficos reptiles alados no desaparecieron por la competencia planteada por las aves ni por otras especies. Y tampoco porque sus presas se hicieran más esquivas y escasas:  los insectos no se hicieron más rápidos, ni los peces más escurridizos, ni los cefalópodos más resbaladizos. Sin duda estos reptiles eran florecientes, cuando de pronto se esfumaron en un instante de tiempo geológico.



Lo significativo casi seguramente fue el asteroide que impactó en México, precisamente en la península de Yucatán. Sus efectos fueron devastadores. Los vientos huracanados que se originaron, estrellaron violentamente contra las rocas a los Pterosaurios. De hecho, se estima que los reptiles voladores fueron los primeros en ser afectados por este fenómeno.


La virulencia de las erupciones volcánicas, por su parte, envenenaron la atmósfera con sus  emisiones de gases tóxicos. El espeso manto de partículas flotando en las capas de la atmósfera, bloqueó la luz del Sol, entenebreciendo el paisaje, dificultando la fotosíntesis de las plantas, y provocando un colosal descenso en las temperaturas.


Los drásticos cambios climatológicos y ambientales dieron el golpe de gracia a los hasta entonces invencibles Dinosaurios mesozoicos.

Las lluvias ácidas que se originaron como producto del impacto, eliminaron a los "ammonites", que hasta entonces pululaban en todos los mares. 

Las intensas lluvias de meteoros que cayeron sobre las masas acuosas, privaron de aire respirable a los grandes "Saurios del Mar", que debido a ello murieron en su totalidad.


El imperio de los reptiles desapareció y una nueva era amaneció: la edad de los mamíferos.

Los cielos del Asia también dominados por los dragones voladores del Mesozoico

Fragmentos fósiles de un Pterosaurio gigantesco, recientemente ubicado en el continente asiático, revelan que este ser fue un formidable predador, con una envergadura tal que resulta comparable a la de una aeronave mediana.

Sus vestigios lo convierten en un serio rival de los "sauros alados" localizados en Rumanía y en Estados Unidos.


Este paisaje rico y variado del Cretácico, estaba entonces lleno de dinosaurios y se considera la posibilidad de que sus crías podrían haber sido el alimento preferido de este gigantesco carnívoro, que además de volar, también se podía desplazar en tierra firme apoyado en sus cuatro patas.

Ya a  partir del año 2006, gracias al esfuerzo combinado de varios equipos científicos multidisciplinarios, comenzaron a encontrarse restos de esta especie en la zona occidental del desierto de Gobi (rico yacimiento fosilífero de Mongolia), varios esqueletos incompletos de Pterosaurios tan altos como jirafas.

 Sus dimensiones los ubican indudablemente entre los más grandes que hayan sido descubiertos hasta el presente. Particularmente llamativos resultaron ser las columnas vertebrales y 5 fragmentos de huesos del cuello de estos animales.


Analizados detalladamente en Tokio, se concluyó que estos "dragones alados" habían vivido hace 70 millones de años, en lo que entonces era un hábitat distinto al actual, cálido aunque no tan árido como en nuestro tiempo.

Es conclusión científicamente aceptada, que estos extraños seres prosperaron en el período Cretáceo, tiempo geológico caracterizado por una gran variedad de dinosaurios.

Algunos especialistas sostienen que cabe la posibilidad de que estos gigantescos reptiles voladores se alimentaran de dinosaurios juveniles y de animales de pequeñas dimensiones.

Este volador gigante, temible predador que como se acaba de decir pudo nutrirse de dinosaurios, ostentaba una amplitud de alas que superaba largamente los 10 metros. Algunos ejemplares llegaban incluso a tener una envergadura de 12 metros.


Queda así plenamente evidenciado que los cielos del Asia, también eran surcados por inmensos Pterosaurios.

Sello postal australiano de 1993

Antiguo grabado del siglo XIX, con dragones voladores y monstruos marinos


Agradecimiento y cierre

Carlos Brunetto García, el autor de estas líneas, agradece francamente a los ingenieros Juan Carlos ANSELMI y Aulo Fercando GARCÍA, así como a la arquitecta Adriana ISRAEL, los valiosos aportes que generosamente han brindado para este arrtículo.

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