Reconstrucción artística del enorme reptil acuático ubicado en Colombia: 7 metros de huesos, de los 12 metros de longitud corporal que alcanzó en su plenitud, dan la pauta de su anatómica estructura. Para algunos especialistas, se trató de un Kronosaurus; para otros de un Brachauquenius.
Raras criaturas acuáticas de otras épocas
Al mismo tiempo que los célebres dinosaurios establecían su imperio sobre la tierra firme del planeta, poderosas criaturas entonces dominaban en el mar.
Se trataba de gigantescos "saurios acuáticos", cuyos vestigios fosilizados a lo largo de los "eones", el suelo de Boyacá (hoy territorio colombiano) fue cubriendo poco a poco de sedimentos.
Eran reptiles inmensos, cuya existencia se extendió por espacio de 160 millones de años.
Estos seres surgieron cuando una única tierra firme existía, el famoso supercontinente llamado "Pangea", rodeado de un inmenso y primigenio mar.
Durante el período Triásico, hace 230 millones de años, ya habitaban el medio acuático los pequeños pero temidos mesosaurios, y posteriormente los plesiosaurios, unos insaciables devoradores de carne.
Millones de años pasaron, y continuaron surgiendo nuevas formas de extraños seres.
El hundimiento alternado de la tierra, y los continentes separándose ya, permitieron el ingreso de un mar poco profundo, con el cual llegaron diversas y variadas especies acuáticas.
El Cronosaurio era un pliosaurio de cuello corto, evidentemente uno de los mayores depredadores que habitaron aquellas cálidas y someras aguas, pletóricas de vida, bañadas por radiaciones solares y cósmicas.
Los paleontólogos lo llamaron con ese nombre, en honor al príncipe de los Titanes, el sanguinario dios griego Cronos, que devoraba a sus propios hijos.
Las formidables mandíbulas de estos seres, de unos tres metros de largo, estaban provistas de 80 dientes afilados y cónicos. Cada uno medía más de treinta centímetros, o sea el doble del tamaño de los dientes del tiranosaurio.
Estos poderosos Kronosaurios, provisto de tan potente armamento, era el terror de gigantescos tiburones, peces feroces y calamares colosales, con los que seguramente debía trenzarse en titánicos combates.
Con una masa corporal superior a la de varios elefantes, emergía de las aguas para tomar grandes bocanadas de aire, y sumergirse luego en busca de sus víctimas.
Se desplazaba nadando ágilmente por las aguas de aquellos remotos mares, persiguiendo ictiosaurios y grandes ammonites.
Sus restos fosilizados, demuestran que existieron ejemplares de nueve, once, y hasta doce metros de largo.
Vivieron hace 120 millones de años, en los albores del Cretácico.
Por su parte los Ictiosaurios eran otros espléndidos cazadores de peces, muy rápidos al nadar, y capaces de dar altísimos brincos en el aire, para sumergirse luego en las profundidades.
Constituían un orden de "saurios marinos", perfectamente adaptados al medio acuático. Habían asumido el aspecto de peces, o mejor aún, de grandes delfines, a pesar de que eran reptiles.
Las diversas variedades iban desde uno a diez metros, y algunos incluso con diecisiete metros de largo.
Era tan perfecta su adaptación al medio marino, que ostentaban un magnífico cuerpo fusiforme, cabeza grande, extremidades pares con forma de aletas (de mayor tamaño las anteriores). Contaban con cinco a doce dedos, provistos de numerosas falanges, y una curiosa cola en forma de horquilla.
De hocico largo, sus dentadas mandíbulas, muestran al investigador sus hábitos carnívoros.
Contaba el Ictiosaurio con enormes cavidades orbitales, indicio claro de inmensos globos oculares, seguramente para ver mejor en las aguas oscuras de las profundidades, y esto es otro indicio de una posible vida abisal.
Los paleontólogos han averiguado que su dieta consistía en peces y cefalópodos, y las investigaciones apuntan a que incubaban sus huevos, es decir eran ovovivíparos.
Los preciados fósiles guardan los secretos de una existencia que ha quedado sellada durante millones de años, a la espera que el investigador, devele avizorando a través del prisma científico, lo que sucedió en el mundo de esas remotas épocas.
No sólo restos de ictiosaurios y cronosaurios han sido ubicados en Colombia, sino toda una variedad de organismos marinos, fosilizados en las rocas sedimentarias de aquellas pretéritas edades.
Los primeros restos del Cronosaurio fueron encontrados en Australia, a fines del siglo XIX, y en principio los expertos habían calculado la longitud total del reptil marino en unos catorce metros. Afinando las medidas, paleontólogos posteriores determinaron su largo en un máximo de doce metros con ochenta centímetros.
Un descubrimiento sensacional se efectuó en Colombia, en Villa de Leyva, de un gran "lagarto de mar", cuyos huesos petrificados y perfectamente conservados, están siendo objeto de estudio y recuperación. Es preciso aclarar que no es el pliosaurio gigante encontrado en 1977, cuyo cráneo, vértebras, y huesos fósiles, se encuentran en el Museo Paleontológico de la villa colonial. Se trata de un enorme reptil marino que existió hace más de cien millones de años. Siete metros de hueso, de los doce metros que alcanzó en su plenitud, dan la pauta de su estructura corporal.
Nuevas reliquias de épocas pretéritas, emergen así entre las brumas del tiempo, restos de espléndidos ejemplares que nos hablan del pasado, cuando lo que ahora es tierra firme constituía un apacible y a la vez peligroso mar.
Los restos de estos extraños especímenes, verdaderas joyas fosilíferas, tesoro invaluable para los investigadores, son la prueba más evidente de lo que fue su "edad de oro".
El especímen de Kronosaurus encontrado en Colombia
El Kronosaurus perteneció al subgrupo de los Pliosaurios o Plesiosaurios
de cuello corto. La mayoría de sus fósiles se han encontrado en Australia,
donde en 1889 se lo descubrió por primera vez en Queensland. Sin embargo, el
fósil mejor conservado y más completo hasta el momento, es el encontrado en
1977 en la localidad de Villa de Leyva, en Colombia. Esta especie gigante también fue
uno de los grandes predadores de su época: Su cráneo era el más grande del
reino animal (tres metros de longitud) lo que sin duda le daba un aspecto enormemente
terrorífico, y llegaba a medir hasta 13 metros de longitud total. Observen las
llamativas fotos y dibujos que siguen.
Saurios del mar: (1) Cronosaurio de formidables mandíbulas y grueso cuello ; (2) Elasmosaurio de 17 metros, provisto de larguísimo cuello ; (3) Plesiosaurio de 5 metros ; (4) Ictiosaurio con aspecto de delfín, y cola bifurcada.
Agradecimiento y cierre:
La calidad nunca es un accidente. Siempre es el resultado del esfuerzo de la inteligencia y de la dedicación personal. El secreto de la vida no es tanto hacer lo que uno quiera, sino querer lo que uno hace.
La curiosidad, el entusiasmo, el asombro, así como la motivación interior por el descubrimiento y el deseo por querer ayudar en la construcción de un mundo mejor, son los motores que activan el progreso de la humanidad.
El talento personal de cada quien, y la muy paciente y ordenada constancia, son los factores más importantes del éxito.
Como muy bien señalara el gran empresario estadounidense e inventor Thomas Alva Edison (1847-1931): “Las genialidades son resultado de un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración".
Nosotros, amamos lo que hacemos. Con energía vamos a más. Constituimos un equipo multidisciplinario y cooperativo, donde cada articulista se ocupa de ofrecer lo mejor de sí, divulgando entre el gran público las facetas más interesantes de su especialidad.
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En el presente weblog “Misteriosde nuestro mundo y del universo”, los articulistas buscamos ofrecer un panorama general en nuestros respectivos saberes de competencia, que nutra y acreciente el interés de los lectores por profundizar en esta variada gama temática, procurando así estimular la curiosidad por la Ciencia, el Arte, y la Cultura.
Carlos Brunetto, autor de estas líneas, expresa sinceramente su agradecimiento y reconocimiento por la valiosa participación de los ingenieros Juan Carlos ANSELMI y Aulo Fernando GARCÍA, así como la más reciente colaboración de la arquitecta Adriana ISRAEL, en la apoyatura técnica que ellos me han brindado.
También agradezco profundamente a los cibernautas de Uruguay y del mundo todo, por las frecuentes visitas realizadas a los artículos aquí publicados.
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Y cerrando estas líneas finales, y como ya me es habitual, me despido de todos con un fraterno abrazo, y hasta un próximo encuentro.
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