viernes, 14 de agosto de 2015

Nueva información sugiere tres noticias sorprendentes: Los dinosaurios rompieron la barrera del sonido ; sus poderosas colas fueron utilizadas para provocar ruidos ; y asombroso, vuelve el "Brontosaurio"

El enorme y diverso grupo de los Dinosaurios nos depara más y más sorpresas: Recientes investigaciones señalan que las largas colas de los grandes ejemplares, podrían haber sido usadas como látigos para provocar ruidos

Los grandes dinosaurios podían utilizar su cola como un largo látigo para atraer a las hembras, con chasquido que llegaba a "romper" la barrera del sonido, según sugiere  una nueva teoría  "ciberpaleontológica".

Eran los mayores dinosaurios, los brontosaurios y los diplodocus, con sus 25 metros de longitud y 35 toneladas de peso, los que podían hacerlo hace 150 millones de años. 

Científicos como Nathan Myhrvold, un experto en simulación por computadoras, y Philip Currie, un paleontólogo del Royal Tyrrel Museum de Alberta, sostienen esta teoría. 

Ambos han estudiado los restos del brontosaurio, ahora llamado apatosaurio, y creen que utilizaba su larga cola para comunicarse, según sugiere la revista científica Journal of Paleobiology. 

El largo apéndice posterior, de casi 10 metros, podía comportarse como un látigo, cuyo estallido podría causar ondas de choque que rompieran la barrera del sonido. 
eeeeee Podrían también usar esa musculosa cola como arma temible, defendiéndose de los carnívoros. 

El estudio de los fósiles de los grandes dinosaurios saurópodos, indica que podrían  mover el " rabo " hasta impulsar la punta de la cola a velocidades de  más de 750 millas por hora (1.382 kilómetros) más rápido incluso que la velocidad del sonido.


El sonido producido por el chasquido  de una cola de estas porporciones, de más de seis mil kilogramos, probablemente sonaba más como el disparo de un cañón, que como un látigo.

Los dos científicos reconocen que es bonito pensar que el primer residente en la Tierra que superó la barrera del sonido, "no fue un hombre (Chuck Yeager en 1947) sino un diplodocus. 

Los brontosaurios ( lagartos del trueno )  o apatosaurios ( lagarto engañoso ) figuran entre los mayores saurios que vivieron en el período Jurásico. 

Otros  sostienen que la teoría es polémica , dado que de haber utilizado el inmenso rabo como látigo, se habría destrozado en sus tramos finales. 

Myhrvold y  Currie no se arredran ante las críticas y  argumentan que los últimos segmentos de la cola, serían de keratina, la misma substancia que forma las uñas o las plumas, para evitar los desgarros.

Esperando que este texto y las imágenes que abajo acompañan, sean de vuestro agrado, Brunetto se despide de los amables lectores.

Galería de imágenes de Diplodocus (doble viga)












Galería de imágenes de Brontosaurus o Apatosaurus









VUELVE EL BRONTOSAURIO: LOS PALEONTÓLOGOS DEVUELVEN LA RAZÓN A LA CLASIFICACIÓN DECIMONÓNICA DE LA BESTIA EXTINTA

El debut del brontosaurio en el cine, en la película muda de 1925 El mundo perdido, no fue demasiado brillante: varios brontosaurios reciben la del pulpo por parte de un alosaurio y se acaban cayendo a un pantano. Para completar la humillación, la novela de Arthur Conan Doyle en que se basaba la cinta se ganó las invectivas de los paleontólogos por utilizar una nomenclatura obsoleta. El brontosaurio, en efecto, había sido reclasificado como apatosaurio en 1903. King Kong volvió a caer en el mismo error taxonómico en su primera aparición de 1933, e incluso en el remake de 2005. ¿Hay alguien más cabezón que un cineasta?


Respuesta: un paleontólogo. Porque ahora resulta que las películas estaban bien, y era la irritación de los paleontólogos la que andaba errada. Un estudio de amplitud sin precedentes que presentan científicos portugueses y británicos enPeerj, una publicación científica de libre acceso, ha devuelto las cosas a donde estaban en el siglo XIX, y la razón a los literatos y cineastas del XX. Setenta millones de años después de su extinción, y un siglo después de su segunda muerte taxonómica, el brontosaurio (lagarto-trueno) vuelve a campar por las librerías y filmotecas como si no hubiera pasado nada. No es tanto como clonarlo al estilo de Parque Jurásico, pero algo es algo.
Tal y como explican los científicos en Peerj, la historia arranca en la década de 1870, cuando las primeras exploraciones paleontológicas del oeste de Estados Unidos –esto es, del salvaje oeste— desenterraron los fósiles de decenas de nuevos dinosaurios. El famoso paleontólogo Othniel Marsh y su equipo descubrieron dos esqueletos gigantescos de unos dinosaurios de cuello largo y los mandaron a su laboratorio en el Museo Peabody de Yale, en New Haven. Marsh bautizó al primer fósil como Apatosaurus (lagarto engañoso, por su falaz similitud a un reptil submarino), y al segundo como Brontosaurus.
Todo empezó a torcerse tras la muerte de Marsh, en 1899, cuando un equipo del Museo Field de Chicago halló un nuevo esqueleto que se podía describir como una forma intermedia entre Apatosaurus y Brontosaurus. En vista de esa continuidad morfológica, decidieron que no tenía sentido separarlos en géneros diferentes, como había hecho Marsh, y los reclasificaron como dos especies del mismo género: Apatosaurus ajax y Apatosaurus excelsus. El género Brontosaurus perdió así sus credenciales científicas en 1903. Pero solo para recuperarlas en 2015.

Así es como los científicos imaginaban al Brontosaurio en 1880, como un animal acuático provisto de un poderoso esqueleto

“Hasta hace muy poco, la afirmación de que el apatosaurio era lo mismo que el brontosaurio era totalmente razonable con el conocimiento de que se disponía”, explica el primer autor de la nueva investigación, Emmanuel Tschopp, un suizo que trabaja en la Universidade Nova de Lisboa. Pero los nuevos fósiles de este grupo de dinosaurios que se han hallado en los últimos años han forzado a cambiar el marco.
“Las diferencias que hemos encontrado entre Brontosaurus y Apatosaurus”, añade otro de los autores, Roger Benson, de la Universidad de Oxford, “son al menos tan numerosas como las que se dan entre otros géneros estrechamente relacionados, y muchas más de las que normalmente sirven para distinguir entre dos especies del mismo género”.
La nueva clasificación dejará un regusto ambiguo en el lector. Por un lado revela que la paleontología ha estado equivocada durante todo el siglo XX, lo que puede resultar irritante. Por otro lado, sin embargo, devuelve la razón a la sustancia con que se fabrican los sueños. Larga vida al brontosaurio. Y a Conan Doyle, como resulta elemental.

Agradecimiento y cierre:

Destacamos la invaluable colaboración de los ingenieros Juan Carlos Anselmi Elissalde y Aulo Fernando García Texeira en las ilustraciones que engalanan este artículo.

Se aclara además que todos los artículos de este sitio digital de autoría del suscrito Carlos Brunetto, tienen por objetivo principal el empoderamiento de las actividades educativas y de divulgación cultural, así que un importante esfuerzo ha sido hecho para presentar conceptos, descubrimientos, teorías, y conclusiones técnicas y socio-políticas, sin utilizar un rebuscado vocabulario propio de especialistas, y tratando de presentar las ideas con el mayor rigor posible aunque siempre buscando sencillez y fácil comprensión.


Esperando que este contenido haya sido de utilidad y agrado para los benévolos ciberlectores, como es habitual Brunetto se despide de todos con un fuerte abrazo, y hasta la próxima entrega.

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