Representaciones de la "Serpiente emplumada", también conocida como "Serpiente preciosa" y "Serpiente hermosa", adoradas tanto por la cultura azteca como por las culturas nahuas y toltecas.
La sugestiva denominación de la "Serpiente emplumada"
Los reptiles alados científicamente conocidos como Pterosaurios, poseían un cerebro grande, cuerpo cubierto de piel, generalmente escamosa, y tamaños variables.
Fueron los primeros animales voladores con espinazo, esto es los primeros vertebrados en conquistar el aire.
Presentaban algunas similitudes con murciélagos y aves, pero científicamente se descarta cualquier relación ancestral.
A veces han sido representados con pelos, que en verdad no son tales aunque así lo parezca, sino "picnofibras" o sea filamentos semejantes a cabellos, que estaban presentes en algunos ejemplares fosilizados.
Recientemente se ha encontrado un Quetzalcoatlus cuyas alas extendidas medían 15 metros. Su peso ha sido calculado entre 200 y 250 kilogramos.
Su cráneo es alargado,fino y recto. Su cuello es largo y flexible, provisto de numerosas vértebras.
Su cuerpo se acoplaba totalmente a los pliegues de las alas,como si de un descomunal murciélago se tratara.
Los pliegues estaban conectados tanto a las extremidades superiores como inferiores, lo cual le proporcionaba más agilidad y un completo control del vuelo.
Desde la alborada de los tiempos Triásicos, existieron reptiles alados de las más variadas formas, tamaños, y hábitos alimenticios. Al despuntar el Cretáceo, aparecieron "saurios voladores" tan altos como una jirafa y con una envergadura tal, como la de un avión mediano: 5 metros de altura y una amplitud alar superior a los 12 metros.
Contemplar tales criaturas voladoras surcando el aire o cayendo en picado sobre sus pobres víctimas, habría sido una experiencia en verdad aterradora.
El Quetzalcoatlus poseía un cráneo que medía 2 metros. Sus mandíbulas son largas,delgadas y comprimidas lateralmente; carecen por completo de dientes y no presentan ninguna estructura ganchuda.
Cabe la chance de que pescara al vuelo, planeando a ras del agua hasta capturar algún pez. Este tipo de pesca ya ha sido asumido para varios Pterosaurios.
Estando a expensas de la presencia o ausencia de vientos favorables, los Quetzalcoatlus, habrían tenido cierta dificultad para despegar, ante la llegada imprevista de dinosaurios carnívoros.
Por ello, ciertos ejemplares mostrarían alguna preferencia en aterrizar no tanto en terreno llano, sino en sitios elevados, rocas, árboles y acantilados.
Pudo haber sido un carroñero, al estilo del marabú, alimentándose de cadáveres de saurópodos tales como Alamosaurus, el cual formaba parte importante de su ecosistema.
Se ha sugerido modernamente, que los Quetzalcoatlus bien pudieron ser también "depredadores terrestres", en cierto modo similares a las actuales cigueñas, cazando vertebrados sobre tierra y en pequeños arroyos.
Por su tamaño descomunal que superaba los 12 metros, este curioso animal del aire es llamado por algunos "la avioneta". Su cabeza era relativamente grande, y de su parte superior emergía una cresta también de un llamativo tamaño.
Con un curvado cuello de 3 metros se parecía a una garza. Modernas estimaciones le asignan un peso del orden de 200 kilogramos.
Todos los expertos coinciden en que era un excelente planeador.
Se estima que planeaba describiendo círculos inmensos y modernamente prevalece la idea de que era un "necrófago", es decir que se nutría de la carne de animales muertos.
Debido a su tamaño y a sus alas inmensas, estos planeadores fueron diseñados para poder desplazarse a distancias considerables.
Los machos ostentaban crestas, con las cuales se exhibían ante las hembras, como si de un "pavo real" se tratara.
Dichas crestas eran símbolos de poder, belleza y virilidad, y con ellas cortejaban a su pareja.
En cuanto al modo de despegar pudieron haber usado varios métodos:
Unos corrían un cierto trecho con sus patas, batiendo alas hasta elevarse majestuosamente, de manera parecida al albatros.
Otros se dejaban caer desde lugares altos y aprovechaban las corrientes de aire y el poder de sus alas, para elevarse por los cielos.
Otros empleaban una técnica similar a la de los murciélagos vampiro, usando sus piernas para catapultarse por el aire.
Modernas investigaciones sugieren que despegaba al instante, saltando con sus cuatro extremidades, gracias a las fibras de los músculos (el 80 % de los cuales eran de contracción rápida) permitiéndole dar grandes saltos, y cuando lo lograba, batía sus alas iniciando el vuelo a 50 kilómetros por hora.
En las alas contaba con diminutos sensores, que utilizaba para captar información y enviarla a su cerebro, el cual era grande en proporción a su cuerpo.
Los ojos eran inmensos ( cada uno medía 10 centímetros de diámetro ) y contaba con miles de nervios ópticos, lo cual le proporcionaba una extraordinaria agudeza visual, pudiendo captar incluso en el ultravioleta.
Contaban con un aparato respiratorio muy especializado, provisto de sacos aéreos que también estaban presentes en su esqueleto, el cual contaba con huesos con un alto grado de neumatización. De tal modo conseguían más ligereza y ofrecían mayor resistencia a las fuerzas de flexión.
Los Quetzalcoatlus presentaban un cuello grande y flexible, y sus mandíbulas carecían de dientes.
La cabeza estaba adornada por una cresta ósea redondeada. Este lagarto alado era un coloso tan grande, que (según algunos) no temía a depredadores terrestres.
Si esto fuera cierto, podría haber pasado mucho tiempo buscando alimento en las llanuras. Y seguramente, animal que encontrara, animal que engullía.
Con su inmenso pico atraparía y devoraría crustáceos y moluscos, batracios y reptiles, aves y mamíferos ... En suma, lo que apareciera.
Este soberbio animal no se extinguió debido a la competencia planteada por las aves, ni por otras criaturas.
No desapareció porque aparecieran predadores más eficaces o porque sus presas se hicieran más rápidas.
Este magnífico saurio alado, se esfumó en el gran evento cataclísmico, que hace unos 65 millones de años extinguió también a los famosos dinosaurios y a los temibles reptiles acuáticos de la era Mesozoica.
Agradecimiento y cierre:
Agradezco sinceramente la invaluable colaboración de los ingenieros Juan Carlos ANSELMI ELISSALDE y Aulo Fernando GARCÍA TEXEIRA en el aporte de las valiosas ilustraciones que engalanan este artículo.
Como los consecuentes lectores apreciarán, se procura brindar en esta serie, un panorama claro, completo, y entendible, acerca de los fantásticos seres que precedieron a la humanidad en el dominio del planeta.
Esperando que tanto el texto como las ilustraciones hayan resultado de interés y utilidad, y contando con la benevolencia de los amables cibernautas, Brunetto se despide de los mismos, prometiendo continuar con estas apasionantes temáticas.
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