jueves, 26 de noviembre de 2015

Impresionante galería de enormes monstruos del Secundario : Dinosaurios, Pterodáctylos, y grandes Dragones de mar. El fantasmagórico valle de horripilantes criaturas que nos llegan desde el fondo de los tiempos

Introducción


En este artículo, con la invalorable colaboración del Ing. Juan Carlos Anselmi y del Ing. Aulo Fernando García, brindamos a los amables lectores la oportunidad de disfrutar de imágenes artísticas que recrean parte de la fauna extraordinaria que precedió al ser humano en el hábitat planetario.

Seres fabulosos, cuyos restos fosilizados bien pudieron dar pábulo a variadas leyendas, de gigantes, dragones, y serpientes de mar, son hoy motivo de admiración por parte del gran público, cuya imaginación ha sido estimulada en películas como Parque Jurásico. También son dichos restos materia de profundos estudios científicos por parte de expertos de renombre internacional, tales como paleontólogos, geólogos, y biólogos, así también como de artistas especializados, conocidos como paleoartistas, que ayudan a recrear el panorama de aquellos lejanos tiempos.

Galería de imágenes



El esqueleto completo mejor conservado de un Saurópodo, es el de este Braquiosaurio, exhibido en Berlín, y que fue encontrado en la colonia alemana de Tanganica, en África Oriental.
Este dinosaurio herbívoro alcanzaba 13 metros de altura y 25 metros de largo,
y pesaba entre 35 y 70 toneladas
(comparese tamaño con el humano)

Durante los períodos Triásico, Jurásico, y Cretácico, inmensos y cálidos mares cubrían gran parte de Europa Central y Norteamérica. En la figura se observan, de izquierda a derecha, un Brachauquenio de 10 metros, un Elasmosaurio de 15 metros, y un Mosasaurio de 12 metros

Otros colosos marinos de aquellos tiempos se aprecian, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, un Kronosaurio de enorme cabeza emergiendo a la superficie. Sumergido otra curiosa variedad de Kronosaurio, de cuello muy corto, cresta sobre el lomo, y larga cola. Al centro y en la superficie, dos Elasmosaurios de largo cuello, a lo lejos. Sumergido, un Ictiosaurio (pez reptil) con aspecto de delfín (su cola se había alargado y bifurcado ; era agilísimo al nadar, y capaz de dar altísimos brincos en el aire). Arriba y en la superficie, a la derecha, el paleoartísta nos brinda la imagen de dos Tilosaurios, y sumergido un colosal Brachauquenio.











Dinosaurios astados del Cretáceo: a la izquierda un Triceratops de larga cola, y al centro otra curiosa variante de la misma familia, con cuerpo totalmente acorazado, provisto de un curioso collar rodeando sus puntiagudos cuernos, y pico de loro con filosas aristas

Dibujo del Macroplata, plesiosaurio marino cuyo tamaño variaba entre 6 y 9 metros


El impresionante Ranforrinco (reptil volador de Jurásico), dotado de temibles y afilados dientes, y cuya cola terminaba en un apéndice romboidal, que le servía de timón

El gigantesco Pteranodon (alado y sin dientes) del Cretácico, con 8 metros de envergadura

El Tapejara: reptil alado de curiosa cresta

Otro curioso Ranforrinco del Jurásico, llevando un pez ensartado en sus filosas garras

El más grande reptil volador, el quetzalcoatlus, cuya amplitud alar era del orden de unos 12 metros, el tamaño de un avión biplaza

grupo de plesiosauros cazando sus presas marinas

temibles tylosaurios de gigantesco tamaño y vistosa cresta, junto a los cazadores alados,los pteranodones

Colosal tilosaurio atrapando a un confiado pteranodón

Los reptiles acuáticos fueron los dominadores de los mares en la Era Secundaria

Lucha  de titanes en los mares cretácicos: el crestado tilosaurio y el elasmosaurio de flexible cuello


Antigua representación científica del tylosaurus, reconstruido en 1899


Moderna representación del mismo ejemplar, tylosaurus

Comparación de tamaños: el tylosaurus llegaba a los 15 metros de longitud corporal, aunque algunos ejemplares gigantescos habrían superado los 17 metros

Esqueletos reconstruídos de gigantescos dragones marítimos

Moderna representación del paleoartista sobre el tylosaurus

Otras reconstrucciones del mismo ejemplar


Tylosaurus provisto de aleta caudal comparado con un buceador

Clásica representación de un mosasaurus tratando de devorar pterodáctilos, los conocidos reptiles voladores.

Monstruosos reptiles marinos, caprichosamente reunidos


Modernísima reconstrucción del aspecto de un gigantesco reptil marítimo, a partir de la estructura de los fósiles

Curiosa visión paleoartística de un mosasauro provisto de una poderosa dentadura en sus formidables mandíbulas, y de una curiosa cresta puntiaguda




Moderna representación del tylosaurus provisto de aleta caudal y su ubicación como dominador del gran mar interior que cubría gran parte de Norteamérica

Mosasauro llegando a la superficie acuática para respirar

Concepción paisajística del Secundario

Agradecimiento y cierre:


Destacamos la invaluable colaboración de los ingenieros Juan Carlos Anselmi Elissalde y Aulo Fernando García Texeira en las ilustraciones que engalanan este artículo.

Se aclara además que todos los artículos de este sitio digital de autoría del suscrito Carlos Brunetto, tienen por objetivo principal el empoderamiento de las actividades educativas y de divulgación cultural, así que un importante esfuerzo ha sido hecho para presentar conceptos, descubrimientos, teorías, y conclusiones técnicas y socio-políticas, sin utilizar un rebuscado vocabulario propio de especialistas, y tratando de presentar las ideas con el mayor rigor posible aunque siempre buscando sencillez y fácil comprensión.

Esperando que este contenido haya sido de utilidad y agrado para los benévolos ciberlectores, como es habitual Brunetto se despide de todos con un fuerte abrazo, y hasta la próxima entrega.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Interesantes imágenes y explicaciones nos ilustran acerca de los formidables armadillos gigantes que poblaron Sudamérica: Novedosos descubrimientos arrojan luz sobre estos expléndidos ejemplares

BLINDADO GIGANTE

El  Gliptodonte, un animal parecido a un carro de combate, estaba protegido por un pesado caparazón, que tenía la forma de casi una cúpula.

Armado con una cola que terminaba en un ensanchamiento erizado de puntas, y que recuerda a las mazas que usaban los caballeros de la Edad Media, no tenía nada que temer.

Este formidable mamífero, vivía durante el Pleistoceno en Sudamérica, particularmente en Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay.

Se parecía a los actuales armadillos, también pertenecientes al grupo de los Xenartros o Desdentados. Sin embargo, la coraza del gliptodón estaba formada por una sola pieza, un solo bloque, y la cola estaba protegida por placas rígidas.

Los hombres primitivos buscaban refugio debajo de dichas corazas, dado que se han descubierto vestigios de hogueras en algunas de ellas.

Los armadillos modernos de América son animales del tamaño de un conejo. Están cubiertos de armadura de placas flexibles, y se alimentan de hormigas y termitas.


Parece que han vivido en Sudamérica desde hace 60 millones de años. Los Gliptodontes, una interesante rama lateral, surgieron hace 45 millones de años. Uno de los últimos miembros de este grupo, el Glyptodón era tan grande como un rinoceronte, con un vasto caparazón que lo protegía de los gatos feroces (como el Hoplofoneo) y de los Tigres diente de sable, como el Smilodón.

El caparazón estaba formado por placas óseas, circulares o irregulares, que se combinaban como un mosaico.

También tenía un casco óseo en la cabeza, y la cola cubierta de anillos óseos, con espinas que se superponían.



Se alimentaba de pastos y otras plantas duras. Esta notable forma, se extinguió hace pocos miles de años, al mismo tiempo que el Megaterio.



Excepción hecha del oso hormiguero de nuestros días, los desdentados, a pesar de su nombre, ostentan numerosos dientes. Pero al ser todos muy parecidos, es difícil distinguir los incisivos de los caninos y los molares. Se supone que el Glyptodón se alimentaba de plantas, aunque modernamente se piensa que podría haberse alimentado de todo lo que encontraba en su camino.

Su formidable caparazón, le permitía sustraerse al ataque de eventuales enemigos.



Las patas del Glyptodón terminaban en una especie de cascos, y el animal poseía un esqueleto suficientemente resistente, como para soportar el peso del caparazón.

En la misma época en que vivieron el Glyptodón y el Megaterio, las Pampas argentinas y las llanuras uruguayas, se vieron pobladas por el Panochtus, otro blindado viviente.


De menor tamaño que el Glyptodón, medía algo más de dos metros, cola incluída. Su cráneo era particularmente alto y corto.

El Panochtus tenía uno de los mayores caparazones de todos los desdentados o xenartros.  De forma ovalada, era más ancho en su parte delantera. Estaba compuesto de placas, adornadas con dibujos poligonales.

La caja protectora de la cola, estaba formada por seis anillos y un largo tubo, cubierto por excrecencias en forma de tubérculo.

Otra especie, el Doedicurus, era una auténtica fortaleza viviente, de más de cuatro metros de largo por uno de alto.



Contaba con grandes espinas en el extremo de la cola, al igual que el Glyptodón. Vivió en Argentina y Uruguay.

Hasta aquí, un breve panorama de los extraordinarios ejemplares acorazados que habitaron Sudamérica en general y nuestro Uruguay en particular, junto con otros notables representantes de la Megafauna, extinguida por causas que todavía se discuten en el ámbito académico.

Como siempre, Brunetto se despide de los amables lectores, esperando haber despejado dudas y clarificado el panorama, en temas tan interesantes del vasto campo científico.